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Qué papel juega el hígado en tu salud y cómo mantenerlo sano

Marta López by Marta López
in Salud General
Qué papel juega el hígado en tu salud y cómo mantenerlo sano
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El hígado, uno de los órganos más grandes y complejos del cuerpo humano, desempeña un papel esencial en el mantenimiento de la salud general. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), este órgano participa en más de 500 funciones vitales, incluyendo la detoxificación de sustancias nocivas, la producción de bilis para la digestión y la regulación de los niveles de glucosa en sangre. Su correcto funcionamiento es crucial para prevenir trastornos metabólicos y enfermedades crónicas.

En un mundo donde el estrés, las dietas desequilibradas y el consumo de sustancias tóxicas son cada vez más comunes, el hígado enfrenta retos constantes. Estudios publicados en The Lancet destacan que las enfermedades hepáticas, como la esteatosis hepática no alcohólica, afectan a casi una cuarta parte de la población mundial. Comprender la importancia de este órgano y cómo cuidarlo es clave para promover una vida más saludable y prevenir complicaciones graves.

Importancia del hígado en el cuerpo humano

El hígado es uno de los órganos más grandes y complejos del cuerpo humano. Desempeña funciones imprescindibles que permiten la homeostasis y el equilibrio metabólico del organismo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 25% de la población mundial enfrenta alguna forma de enfermedad hepática, lo que subraya su papel crítico para la salud general.

Procesamiento y almacenamiento de nutrientes

El hígado regula el metabolismo de los carbohidratos, las proteínas y los lípidos, garantizando un suministro adecuado de energía. Convierte la glucosa en glucógeno a través de la glucogénesis para su almacenamiento. Además, durante momentos de ayuno, descompone el glucógeno en glucosa a través de la glucogenólisis, asegurando niveles óptimos de azúcar en sangre. Un estudio de la Harvard Medical School (2021) indica que alteraciones en estas funciones contribuyen directamente a enfermedades como la diabetes tipo 2.

En relación a las grasas, el hígado sintetiza lipoproteínas y participa en la oxidación de ácidos grasos para generar energía. También produce proteínas esenciales como la albúmina, que regula la presión osmótica, y factores de coagulación clave para evitar hemorragias excesivas.

Producción de bilis y digestión

El hígado produce entre 500 y 1.000 ml de bilis diariamente, un líquido vital para la emulsificación y absorción de grasas. La bilis, almacenada temporalmente en la vesícula biliar, contiene ácidos biliares que descomponen los lípidos en micelas, facilitando la absorción de vitaminas liposolubles (A, D, E y K) en el intestino delgado. Alteraciones en este mecanismo, como las obstrucciones biliares, pueden derivar en malabsorción y deficiencias vitamínicas severas.

Según un informe publicado por The Lancet Gastroenterology & Hepatology (2020), una insuficiencia en la producción de bilis puede ser un indicador de daño hepático avanzado, frecuente en enfermedades como la cirrosis.

Detoxificación y eliminación de toxinas

El hígado actúa como un filtro para la sangre que pasa a través del sistema digestivo. Neutraliza sustancias tóxicas mediante reacciones bioquímicas que incluyen la oxidación, reducción y conjugación. En la fase 1 del metabolismo hepático, las enzimas del sistema citocromo P450 transforman compuestos lipofílicos en formas hidrosolubles. En la fase 2, estas sustancias se combinan con moléculas como el ácido glucurónico para ser eliminadas a través de la orina o las heces.

Según la revista Journal of Hepatology (2019), la acumulación de toxinas debido a una función hepática deteriorada se asocia con condiciones como encefalopatía hepática, una complicación que afecta la función cerebral.

Regulación de la homeostasis y el sistema inmune

El hígado desempeña un papel clave en la regulación del equilibrio hormonal y la respuesta inmune. Metaboliza hormonas como los glucocorticoides y la insulina, manteniendo niveles estables en el cuerpo. Además, alberga a las células de Kupffer, un tipo de macrófagos especializados que eliminan bacterias y otras partículas extrañas de la sangre que proviene del tracto gastrointestinal.

Investigaciones de la Facultad de Medicina de Stanford (2022) han descubierto que un hígado sano mejora la resistencia a infecciones bacterianas sistémicas. Esta interacción resalta la conexión directa entre la salud hepática y la inmunidad general.

Almacenamiento de vitaminas y minerales

El hígado acumula reservas de vitaminas A, D, B12 y hierro, actuando como un depósito para necesidades futuras. Por ejemplo, la vitamina A se almacena en las células estrelladas de Ito, y su liberación se regula según los requerimientos metabólicos del organismo. La deficiencia de vitamina A puede originar problemas de visión y afectar el crecimiento celular.

Los estudios de la Clínica Mayo (2023) destacan que el hígado también regula los niveles de hierro mediante la hepcidina, una hormona que controla la absorción intestinal del mineral y su liberación desde los depósitos corporales.

Producción de proteínas plasmáticas

Además de la albúmina, el hígado sintetiza globulinas alfa y beta, cruciales en el transporte de hormonas, lípidos y diferentes sustancias químicas. También genera factores de coagulación como la fibrinógeno y la protrombina. Deficiencias en estas proteínas, causadas por enfermedades hepáticas avanzadas, aumentan el riesgo de hemorragias espontáneas.

Renovación de células sanguíneas

En las primeras etapas del desarrollo fetal, el hígado es el principal sitio de hematopoyesis, produciendo glóbulos rojos y blancos. En la vida adulta, aunque esta función es delegada a la médula ósea, el hígado sigue descomponiendo eritrocitos envejecidos mediante un proceso que resulta en la formación de bilirrubina. El exceso de bilirrubina, si no es procesado correctamente, conlleva afecciones como la ictericia.

Impacto de las enfermedades hepáticas

La disfunción hepática es una de las principales causas de morbilidad mundial. Ejemplos incluyen la esteatosis hepática no alcohólica, que afecta al 25% de los adultos, y la hepatitis viral, responsable de 1,4 millones de muertes anuales según la OMS. Además, condiciones como el cáncer hepático primario, derivado en su mayoría de infecciones crónicas por VHB o VHC, presentan altas tasas de mortalidad.

Los factores de riesgo incluyen dietas altas en grasas saturadas, consumo excesivo de alcohol, exposición a sustancias químicas tóxicas y obesidad. Medidas preventivas adecuadas pueden mitigar significativamente la carga global de estas enfermedades.

El hígado como órgano esencial

Mantener la salud del hígado tiene un impacto directo en la longevidad y la calidad de vida. Su capacidad para regenerarse parcialmente, incluso tras lesiones, es uno de los aspectos más inusuales e impresionantes en la biología humana. Sin embargo, el daño acumulado, como en casos de fibrosis avanzada, reduce esta capacidad adaptativa, subrayando la importancia de proteger este órgano antes de llegar a etapas irreversibles.

Funciones Principales Del Hígado

El hígado desempeña más de 500 funciones metabólicas, digestivas e inmunológicas, siendo esencial para la supervivencia. Este órgano, que pesa aproximadamente 1,5 kilogramos en adultos, actúa como un centro metabólico y de detoxificación. Su importancia radica en su capacidad multitarea y su influencia en casi todos los sistemas corporales.

Producción de bilis y digestión

La producción de bilis es una de las funciones más relevantes del hígado. La bilis, compuesta principalmente por sales biliares, colesterol y bilirrubina, es esencial para la digestión y absorción de grasas. Según una publicación de Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology (2020), el hígado genera aproximadamente entre 500 y 1000 mililitros de bilis al día, almacenada en la vesícula biliar para ser liberada durante la digestión.

Las sales biliares emulsionan lípidos en el intestino delgado, permitiendo la absorción de ácidos grasos y vitaminas liposolubles (A, D, E y K) por los enterocitos. Además, la bilis elimina productos de desecho, como la bilirrubina, derivada del catabolismo de la hemoglobina. Una interrupción en la secreción o flujo biliar puede resultar en condiciones como malabsorción lipídica o ictericia.

Regulación de nutrientes en la sangre

El hígado regula los niveles de carbohidratos, proteínas y lípidos en la sangre para mantener la homeostasis energética. Este proceso se realiza a través de rutas metabólicas como la gluconeogénesis, glucogenólisis y lipogénesis. Según el Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y Renales (NIDDK, 2021), el hígado es el principal regulador del equilibrio de la glucosa.

  1. Carbohidratos: El hígado convierte el exceso de glucosa en glucógeno, almacenándolo para uso inmediato. Cuando las concentraciones de glucosa disminuyen, el órgano descompone el glucógeno en glucosa (glucogenólisis) o produce glucosa a partir de sustratos no glucídicos (gluconeogénesis).
  2. Proteínas: Metaboliza aminoácidos de la dieta, eliminando el nitrógeno sobrante a través del ciclo de la urea. Además, sintetiza proteínas plasmáticas como la albumina, que mantiene la presión oncótica, y factores de coagulación, cruciales en la hemostasia.
  3. Lípidos: Produce, empaca y libera lipoproteínas como las VLDL que transportan triglicéridos a los tejidos. También regula el metabolismo del colesterol, imprescindible para formar hormonas y membranas celulares.

Alteraciones en alguna de estas rutas pueden llevar a desórdenes metabólicos como hipoglucemia, cetosis o dislipidemias.

Detoxificación y eliminación de toxinas

El hígado actúa como el principal filtro del cuerpo, eliminando toxinas provenientes del metabolismo o agentes externos. A través de las fases I y II del metabolismo hepático, transforma sustancias lipofílicas en compuestos hidrosolubles que pueden ser excretados por la orina (a través de los riñones) o las heces (a través de la bilis).

  1. Fase I (oxidación, reducción, hidrólisis): Participan enzimas como el citocromo P450, que convierte toxinas lipofílicas en metabolitos reactivos. Por ejemplo, metaboliza alcohol, medicamentos o pesticidas. Un consumo excesivo de estas sustancias puede saturar esta capacidad, causando daño hepático.
  2. Fase II (conjugación): Une moléculas como glucurónidos o sulfatos a metabolitos de la fase I, aumentando su solubilidad para su eliminación. Este sistema también procesa hormonas endógenas y regula su equilibrio.

Un hígado sobrecargado puede sufrir de enfermedades como esteatosis hepática no alcohólica (NAFLD), asociada con obesidad y resistencia a la insulina, afectando al 25% de la población mundial, según datos de The Lancet Gastroenterology & Hepatology (2022).

El hígado también alberga células de Kupffer, encargadas de eliminar bacterias y células dañadas de la sangre portal, jugando un papel crucial en la inmunidad innata.

Relación Entre El Hígado Y La Salud General

El hígado, como órgano multifuncional, es central para garantizar el mantenimiento de la homeostasis y el equilibrio de numerosos sistemas del cuerpo. Sus funciones no se limitan a la detoxificación o el metabolismo, sino que abarcan también su interacción con la inmunidad y el proceso energético, fundamentales para la salud global.

Impacto en el sistema inmunológico

El hígado desempeña un papel crítico en la regulación del sistema inmunológico, actuando como un centro de control inmunitario. Contiene un gran número de células inmunes innatas, como las células de Kupffer, las cuales representan entre el 80 y el 90% de los macrófagos residentes en tejidos del cuerpo. Estas células son responsables de eliminar patógenos, partículas extrañas y células dañadas presentes en la sangre.

La investigación publicada en Nature Reviews Immunology (2020) destaca que el hígado cumple con una función dual: permite la tolerancia inmunitaria al reconocer antígenos no peligrosos provenientes de la dieta, pero al mismo tiempo inicia una respuesta inmune defensiva si detecta microorganismos patógenos. De este modo, el hígado previene tanto las infecciones como las reacciones inmunológicas descontroladas.

Además, regula la producción de citoquinas inflamatorias y agentes inmunomoduladores. Bajos niveles de citoquinas antiinflamatorias como IL-10 pueden ser un marcador de disfunción hepática, lo que se traduce en un sistema inmunitario menos eficiente. Enfermedades hepáticas como la cirrosis o la esteatosis pueden alterar este equilibrio inmunológico, aumentando la susceptibilidad a infecciones e inflamaciones sistémicas.

Conexión con el metabolismo de energía

El hígado supervisa de manera directa el metabolismo energético del cuerpo, asegurando la continuidad del suministro de energía necesario para sus actividades. Una de sus principales funciones es mantener estables los niveles de glucosa en sangre. Cuando hay un exceso de glucosa, el hígado la convierte en glucógeno mediante el proceso de glucogénesis y lo almacena como reserva. En periodos de ayuno o entre comidas, este glucógeno se descompone nuevamente en glucosa a través de la glucogenólisis, liberándose en la sangre para evitar la hipoglucemia.

El hígado también tiene un papel clave en la síntesis y oxidación de lípidos. Transforma los ácidos grasos en cuerpos cetónicos mediante un proceso denominado cetogénesis, utilizado como fuente de energía por otros órganos, incluyendo el cerebro y el corazón. Por otro lado, el exceso de lípidos puede acumularse en el tejido hepático, aumentando el riesgo de hígado graso no alcohólico (NAFLD, por sus siglas en inglés), una condición que afecta aproximadamente al 25% de la población mundial, según la OMS (2022).

Un estudio de The Journal of Clinical Investigation (2018) sugiere que una disfunción en el metabolismo energético hepático puede estar asociada con enfermedades metabólicas sistémicas, incluida la diabetes tipo 2 y la obesidad. Estas afecciones subrayan la interdependencia entre el hígado y la salud metabólica general del cuerpo.

En el metabolismo de proteínas, el hígado degrada aminoácidos mediante el proceso de transaminación, que genera energía y compuestos necesarios para la síntesis de biomoléculas. Al desechar el exceso de nitrógeno en forma de urea, el hígado evita la acumulación tóxica de amoníaco, una característica crítica para la función orgánica y el bienestar neurológico.

Por tanto, el hígado actúa como un intermediario metabólico clave, optimizando las fuentes energéticas según las necesidades específicas del organismo y minimizando riesgos de toxicidad o déficits energéticos. Esto refuerza su papel como un elemento esencial para el equilibrio físico y metabólico.

Factores Que Afectan La Salud Del Hígado

El hígado, como órgano esencial en el sistema metabólico y detoxificador, puede ser afectado por múltiples factores externos e internos. La comprensión de estos elementos permite identificar riesgos y prevenir enfermedades hepáticas.

Consumo de alcohol y medicamentos

El consumo excesivo de alcohol es una de las principales causas de daño hepático. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022), el alcohol estuvo relacionado con el 7% de las muertes globales asociadas a enfermedades hepáticas. El hígado metaboliza el etanol a través de las enzimas alcohol deshidrogenasa y aldehído deshidrogenasa, generando acetaldehído, un compuesto tóxico que puede dañar directamente las células hepáticas. Este proceso genera estrés oxidativo, dañando las membranas celulares y promoviendo inflamación crónica. Con el tiempo, esto puede derivar en esteatosis hepática alcohólica, fibrosis o cirrosis.

El uso prolongado de ciertos medicamentos también afecta la salud hepática. Fármacos como el paracetamol, si se consumen en dosis altas, pueden causar toxicidad hepática aguda. Según estudios publicados en Hepatology (2020), la sobredosis de paracetamol es responsable del 50% de los casos de insuficiencia hepática aguda en países occidentales. Otros medicamentos como los antiinflamatorios no esteroides (AINEs) y algunos antibióticos pueden generar daño hepático idiosincrático, especialmente en personas con predisposición genética.

Los suplementos nutricionales y productos herbales mal regulados también representan un riesgo. Por ejemplo, el consumo de kava, usado como relajante natural, ha sido vinculado a casos de hepatitis tóxica según artículos recientes en The Journal of Clinical Gastroenterology (2021).

Dieta y estilo de vida

Una dieta desequilibrada, rica en grasas saturadas, azúcares refinados y alimentos ultraprocesados, contribuye significativamente a la obesidad y la esteatosis hepática no alcohólica (EHNA). Según la Asociación Europea para el Estudio del Hígado (EASL, 2022), más del 25% de la población mundial padece EHNA, una condición caracterizada por la acumulación excesiva de grasa en las células hepáticas. La resistencia a la insulina, consecuencia habitual de dietas hipercalóricas, aumenta la síntesis de lípidos en el hígado, promoviendo inflamación y daño tisular.

El sedentarismo agrava el daño hepático al reducir la sensibilidad a la insulina y promover el acúmulo de grasa visceral, un factor clave en el desarrollo de EHNA y fibrosis. Estudios de la Clínica Mayo (2021) sugieren que el ejercicio físico moderado e integrado en la rutina diaria mejora la resistencia a la insulina y reduce la grasa intrahepática en pacientes con enfermedades hepáticas metabólicas.

El estrés crónico es otro factor determinante. Niveles elevados de cortisol, liberado por el organismo durante episodios prolongados de estrés, favorecen procesos inflamatorios y alteran el balance hormonal del hígado. Según investigaciones publicadas en Frontiers in Endocrinology (2020), la activación excesiva del eje hipotalámico-pituitario-suprarrenal puede exacerbar la progresión de enfermedades hepáticas preexistentes. Además, la falta de descanso adecuado afecta los ritmos circadianos del hígado, reduciendo su capacidad regenerativa y alterando procesos metabólicos.

Por último, la exposición a contaminantes ambientales como pesticidas, metales pesados y toxinas industriales compromete la detoxificación hepática. Según el informe anual de la Environmental Protection Agency (2022), los trabajadores expuestos regularmente a disolventes orgánicos enfrentan un riesgo 40% mayor de desarrollar enfermedades hepáticas crónicas. Un hígado sometido a una carga toxicológica crónica pierde progresivamente su capacidad antioxidante, promoviendo procesos inflamatorios y fibrogénicos.

Consejos Para Mantener Un Hígado Saludable

El cuidado del hígado es esencial para garantizar su correcto funcionamiento y prevenir enfermedades hepáticas. Adoptar una alimentación equilibrada y hábitos de vida saludables puede mejorar significativamente la salud de este órgano vital.

Alimentos beneficiosos

El consumo de ciertos alimentos favorece la función hepática, apoyando sus procesos metabólicos y de detoxificación. Entre estos alimentos destacan:

  1. Frutas y verduras ricas en antioxidantes: Los compuestos antioxidantes, como la vitamina C y los polifenoles presentes en cítricos, bayas y espinacas, protegen al hígado del estrés oxidativo inducido por radicales libres. Un estudio publicado en Journal of Hepatology (2017) destacó que una dieta rica en antioxidantes reduce significativamente el riesgo de enfermedad hepática grasa no alcohólica.
  2. Grasas saludables: Las fuentes de grasas insaturadas, como el aguacate, los frutos secos y el aceite de oliva virgen extra, promueven niveles estables de lípidos en sangre y reducen la acumulación de grasa hepática. Según una investigación del American Journal of Clinical Nutrition (2020), el consumo regular de ácido oleico en el aceite de oliva se asocia con mejorías en los marcadores de función hepática.
  3. Alimentos ricos en fibra: Legumbres, cereales integrales y semillas ayudan a controlar los niveles de glucosa y lípidos en sangre, reduciendo la carga metabólica sobre el hígado. De acuerdo con datos de la OMS (2022), una ingesta diaria de al menos 25-30 g de fibra contribuye a prevenir disfunciones hepáticas relacionadas con la resistencia a la insulina.
  4. Café: El consumo de café sin azúcares ni aditivos ha demostrado efectos hepatoprotectores. Investigaciones recientes, como la publicada en Clinical Gastroenterology and Hepatology (2018), respaldan que el café puede reducir el riesgo de fibrosis hepática, cirrosis y carcinoma hepatocelular.
  5. Alimentos con compuestos sulfurados: Ajo, cebolla y brócoli contienen sustancias como el glutatión, que actúan como cofactores en las enzimas de detoxificación hepática. Estudios en Toxicology Reports (2021) sugieren que estos alimentos aumentan la capacidad antioxidante del hígado y protegen contra la acumulación de toxinas.
  6. Té verde: Rico en catequinas, un potente antioxidante, el té verde mejora el metabolismo lipídico y disminuye los niveles de grasa en el hígado. Según un análisis de Journal of Nutritional Biochemistry (2019), el consumo regular puede proteger contra la esteatosis hepática.

Hábitos saludables

Además de una dieta equilibrada, desarrollar prácticas diarias adecuadas favorece la salud del hígado. Estas incluyen:

  1. Control del peso corporal: Mantener un índice de masa corporal (IMC) saludable reduce la acumulación de grasa en el hepatocito. La obesidad está estrechamente relacionada con la enfermedad hepática grasa no alcohólica, que afecta a más del 25% de la población mundial, según la OMS (2022).
  2. Actividad física regular: Ejercicios aeróbicos como caminar, nadar o correr mejoran la sensibilidad a la insulina y disminuyen los depósitos de grasa hepática. Un estudio realizado por la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford (2020) encontró que al menos 150 minutos semanales de actividad física intensa reducen un 35% el riesgo de desarrollar fibrosis hepática.
  3. Hidratación adecuada: Consumir suficiente agua es crucial para apoyar las funciones detoxificadoras del hígado. Según Frontiers in Nutrition (2021), mantenerse hidratado facilita la eliminación de productos metabólicos a través de la bilis y la orina.
  4. Limitación del consumo de alcohol: El alcohol puede causar inflamación y daño crónico al hígado si se consume en exceso, aumentando el riesgo de cirrosis y cáncer hepático. Datos de la OMS (2022) revelan que más del 7% de las muertes globales por enfermedad hepática están relacionadas con el consumo excesivo de alcohol.
  5. Evitar el uso excesivo de medicamentos: La sobreexposición a ciertos medicamentos, como el paracetamol, puede inducir toxicidad hepática. Según The Lancet Gastroenterology (2019), el abuso de analgésicos es una de las principales causas de insuficiencia hepática aguda en países desarrollados.
  6. Manejo del estrés: El estrés crónico afecta indirectamente la función hepática al alterar las respuestas hormonales y metabólicas. Prácticas como la meditación o el yoga pueden modular el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, promoviendo un impacto positivo en la salud hepática, según confirma un análisis en Stress and Health (2021).
  7. Evitar el tabaquismo: Los productos químicos en el humo del tabaco generan estrés oxidativo que afecta al hígado. Científicos de la Universidad de Heidelberg (2020) concluyen que los fumadores tienen un 25% más de probabilidades de desarrollar fibrosis hepática.
  8. Vacunación contra la hepatitis: Garantizar la inmunización frente a la hepatitis A y B previene infecciones que podrían derivar en insuficiencia hepática o cáncer. Según The Lancet Infectious Diseases (2022), las campañas de vacunación han disminuido en un 80% los casos graves de hepatitis en regiones con alto índice de inmunización.

Incorporar estos alimentos y hábitos en el estilo de vida puede preservar la capacidad funcional del hígado a lo largo del tiempo, optimizando su papel clave en el organismo.

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Tengo 52 años y desde siempre me apasiona la fitoterapia. Me formé en el ámbito de la salud y, desde niña, descubrí el poder de las plantas en casa. Crecí rodeada de naturaleza y de personas que sabían escucharla. Me encanta combinar ciencia y tradición para mejorar el bienestar en el día a día. Aquí comparto lo que he aprendido, entre experiencias personales y consejos prácticos.

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