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Home Salud Sexual y Hormonal

¿Cómo influyen las hormonas en la digestión y tu bienestar diario?

Marta López by Marta López
in Salud Sexual y Hormonal
Relación entre hormonas y metabolismo: claves para tu salud
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El proceso de la digestión no solo depende de los órganos del sistema digestivo, sino también de la acción de diversas hormonas que regulan y optimizan cada etapa. Estas sustancias químicas actúan como mensajeros entre el cerebro, el sistema digestivo y otros órganos, asegurando un equilibrio en la absorción de nutrientes y la eliminación de desechos. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022), los desequilibrios hormonales pueden estar relacionados con trastornos digestivos comunes como el síndrome del intestino irritable o la dispepsia funcional.

Entre las principales hormonas implicadas destacan la grelina, conocida como la “hormona del hambre”, y la colecistocinina, que regula la sensación de saciedad. Su interacción con otros sistemas del cuerpo demuestra la complejidad de la digestión y cómo factores como el estrés, la alimentación o ciertos trastornos metabólicos pueden alterar este delicado mecanismo. Comprender este vínculo es clave para abordar problemas digestivos y mejorar la salud general.

Qué son las hormonas y su papel en el cuerpo

Las hormonas son compuestos químicos producidos por las glándulas del sistema endocrino. Actúan como mensajeros que viajan a través del torrente sanguíneo para regular funciones corporales específicas. Cada hormona tiene receptores específicos en ciertos órganos o tejidos, lo que garantiza una comunicación precisa y eficaz.

Funciones principales de las hormonas

  1. Regulación metabólica: Las hormonas controlan la conversión de nutrientes en energía. Por ejemplo, la insulina, secretada por el páncreas, facilita la entrada de glucosa a las células para su uso como fuente energética. Según datos de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), desequilibrios en esta hormona pueden originar diabetes mellitus tipo 1 y 2.
  2. Control del crecimiento: La hormona del crecimiento (GH), secretada por la hipófisis, estimula el desarrollo celular, óseo y muscular. Investigaciones publicadas por la Endocrine Society confirman su papel crítico en la maduración y reparación de tejidos.
  3. Regulación del estado de ánimo: Las hormonas como el cortisol y la serotonina influyen en la respuesta emocional y la tolerancia al estrés.
  4. Funciones reproductivas: Hormonas como los estrógenos, progesterona y testosterona regulan la fertilidad y el ciclo menstrual en las mujeres, así como la salud reproductiva en ambos sexos.
  5. Mantenimiento de la homeostasis: Hormonas como la vasopresina y la aldosterona contribuyen al equilibrio hídrico y electrolítico en el cuerpo.

Producción y activación hormonal

La producción hormonal es controlada principalmente por el hipotálamo y la hipófisis, que actúan como centros de comando del sistema endocrino. Estas estructuras interpretan señales del ambiente interno para activar la secreción de hormonas específicas en glándulas como las tiroides, las suprarrenales y las gónadas.

Cada hormona activa procesos determinados al unirse con receptores moleculares ubicados en células diana. Por ejemplo, el estudio publicado en Nature Reviews Endocrinology (2021) señala cómo las hormonas tiroideas regulan la actividad metabólica mediante interacciones directas con mitocondrias y genes metabólicos.

Influencia hormonal en otros sistemas corporales

El efecto hormonal trasciende el sistema digestivo. Según un informe de la OMS (2020), las alteraciones endocrinas están relacionadas con enfermedades cardiovasculares y metabólicas. Por ejemplo:

  • Hipotiroxinemia: Los niveles reducidos de hormonas tiroideas pueden disminuir la frecuencia cardíaca y ralentizar el metabolismo.
  • Hiperinsulinemia: Una sobreproducción de insulina puede desencadenar resistencia insulínica, elevando el riesgo de diabetes y enfermedades coronarias.

Además, las hormonas del estrés como el adrenalina y el cortisol afectan tanto el sistema inmunológico como la capacidad de respuesta del sistema nervioso. La Clínica Mayo describe una relación directa entre niveles altos y enfermedades inflamatorias crónicas.

Relación con la digestión

El papel hormonal en el sistema digestivo ya ha sido destacado, siendo crucial para regular la motilidad gástrica, la producción de jugos digestivos y la absorción de nutrientes. Hormonas como la colecistocinina y la secretina aseguran la coordinación entre el estómago, el intestino delgado y el páncreas para mantener la eficiencia digestiva.

Principales Hormonas Que Afectan La Digestión

El sistema digestivo está regulado por diversas hormonas que influyen en procesos clave como la secreción de jugos gástricos, la motilidad intestinal y el apetito. Estas hormonas actúan como mensajeros químicos, coordinando la interacción entre el sistema endocrino y digestivo. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022), el equilibrio hormonal es fundamental para prevenir trastornos gástricos y metabólicos.

Gastrina

La Gastrina es una hormona producida principalmente por las células G del antro gástrico y el duodeno. Su función principal es estimular la secreción de ácido clorhídrico en el estómago, facilitando la digestión de proteínas y la activación del pepsinógeno en pepsina. También promueve la proliferación de la mucosa gástrica, protegiendo la pared estomacal de daños ácidos.

Estudios, como el publicado en The Journal of Physiology (2018), señalan que niveles elevados de gastrina pueden estar relacionados con afecciones como la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) y la úlcera péptica. Por otro lado, su disminución podría comprometer la digestión y la absorción de nutrientes esenciales.

Secretina

La Secretina, secretada por las células S del duodeno, desempeña un papel crucial en la regulación del pH del tracto intestinal. Estimula la secreción de bicarbonato por el páncreas para neutralizar la acidez del quimo procedente del estómago, creando un entorno adecuado para la actividad enzimática en el intestino delgado.

Un estudio publicado en Nature Reviews Gastroenterology and Hepatology (2020) describe cómo la secretina actúa de manera sinérgica con otras hormonas, como la colecistocinina, para optimizar la digestión de grasas y carbohidratos. Además, se ha observado que su deficiencia afecta negativamente a la motilidad intestinal y podría contribuir a afecciones como el síndrome del intestino irritable (SII).

Colecistocinina (CCK)

La Colecistocinina (CCK), sintetizada en el intestino delgado, regula la digestión de grasas y proteínas mediante la activación de la secreción enzimática del páncreas y la contracción de la vesícula biliar, que libera bilis al duodeno. Estas acciones favorecen la emulsificación y descomposición de lípidos en ácidos grasos absorbibles.

Según investigaciones de la Universidad de Yale (2019), la CCK también modula sensaciones de saciedad al enviar señales al sistema nervioso central, lo que la convierte en un elemento clave en la regulación del peso corporal. Desequilibrios en sus niveles se han asociado con trastornos alimentarios y metabólicos, incluyendo la obesidad.

Grelina

La Grelina, conocida como la “hormona del hambre”, es liberada principalmente por el estómago cuando está vacío. Estimula el hipotálamo para inducir el apetito, y también regula procesos metabólicos, como la gluconeogénesis y la secreción de insulina.

Según un estudio publicado en The New England Journal of Medicine (2021), la grelina contribuye a la regulación del eje intestino-cerebro, afectando no solo el apetito, sino también el estado de ánimo y la cognición. Por otro lado, desequilibrios en su producción pueden desencadenar trastornos metabólicos y psicológicos, como la anorexia y el síndrome metabólico.

Insulina y glucagón

La insulina y el glucagón, producidos por las células del páncreas, son esenciales para mantener el equilibrio glucémico y energético. La insulina reduce los niveles de glucosa en sangre al facilitar su entrada en las células, mientras que el glucagón promueve su liberación al estimular la gluconeogénesis y la glucogenólisis en el hígado.

La interacción de estas hormonas influye directamente en la absorción de nutrientes a lo largo del tracto digestivo. Según la American Diabetes Association (2022), alteraciones en este balance están vinculadas a afecciones como la diabetes mellitus tipo 2, que también afecta la motilidad gástrica y la microbiota intestinal.

Otros mecanismos hormonales destacados

Además de las hormonas mencionadas, otras moléculas como el péptido YY y el péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1) también juegan roles importantes en la digestión y el metabolismo energético. Estas hormonas regulan la sensación de saciedad y mejoran la eficiencia digestiva tras el consumo de alimentos ricos en grasas y carbohidratos, como se detalla en investigaciones recientes publicadas en Cell Metabolism (2023).

Interacción entre el sistema nervioso y hormonal

La regulación hormonal del sistema digestivo está estrechamente vinculada al sistema nervioso entérico y al eje intestino-cerebro. La comunicación bidireccional entre estos sistemas garantiza una respuesta ajustada a las necesidades digestivas y metabólicas del organismo. Por ejemplo, el estrés crónico puede alterar la secreción de grelina y cortisol, afectando no solo el apetito, sino también la motilidad intestinal, según reportes de la Organización Mundial de la Salud (2022).

Cómo Las Hormonas Regulan El Proceso Digestivo

Las hormonas digestivas actúan como mediadores químicos esenciales entre diversos órganos del sistema digestivo. Estas sustancias coordinan procesos como la secreción de jugos gástricos, el tránsito intestinal y la absorción de nutrientes, asegurando un funcionamiento eficiente del sistema gastrointestinal.

Estimulación de enzimas y jugos digestivos

Las hormonas desempeñan un papel esencial en la producción y liberación de enzimas y jugos gástricos que participan en la digestión. Una de las hormonas más conocidas en este proceso es la gastrina, secretada por las células G localizadas en el estómago. Esta hormona estimula la producción de ácido clorhídrico (HCl) por las células parietales gástricas, facilitando la degradación de proteínas en péptidos más pequeños y el mantenimiento de un pH adecuado para la activación de la enzima pepsina.

Por otro lado, la secretina, una hormona liberada por las células S del intestino delgado, regula la producción de bicarbonato en el páncreas para neutralizar el quimo ácido cuando entra al duodeno. Este mecanismo protege las paredes intestinales del daño causado por el ácido gástrico y asegura un ambiente óptimo para la acción de las enzimas digestivas pancreáticas.

Además, la colecistocinina (CCK), secretada en respuesta a la presencia de grasas y proteínas en el intestino delgado, estimula la contracción de la vesícula biliar, lo que facilita la liberación de bilis. La bilis emulsifica las grasas, haciéndolas más accesibles para las lipasas pancreáticas. Según un informe publicado en Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology (2020), este proceso es crítico para la digestión eficiente de lípidos.

El papel del péptido intestinal vasoactivo (VIP) también destaca en este contexto. Este neurotransmisor estimula la secreción de agua y electrolitos en el intestino, lo que contribuye a la formación de un entorno líquido necesario para la absorción de nutrientes.

Control del apetito y vaciamiento gástrico

Las hormonas también intervienen significativamente en la regulación del apetito y el tiempo que tarda el estómago en vaciar su contenido hacia el intestino delgado. La grelina, conocida como la “hormona del hambre”, es secretada por el estómago y actúa directamente en el hipotálamo para estimular la sensación de hambre. Un estudio de la Universidad de Bristol (2021) evidenció que los niveles de grelina aumentan antes de las comidas y disminuyen tras la ingesta, modulando los ciclos de hambre y saciedad.

Por el contrario, las hormonas colecistocinina (CCK), péptido YY (PYY) y glucagón-like peptide-1 (GLP-1) contribuyen a generar una sensación de saciedad tras las comidas. Las células L del intestino, al detectar nutrientes, liberan estas hormonas que no solo ralentizan el vaciamiento gástrico al reducir la motilidad estomacal, sino que también envían señales al sistema nervioso central para disminuir el consumo de alimentos. Estudios realizados por la Asociación Americana de Endocrinología (2022) confirmaron que altas concentraciones de GLP-1 reducen significativamente el apetito en sujetos obesos.

El vaciamiento gástrico está profundamente regulado por la interacción entre el sistema hormonal y nervioso. La motilina, liberada durante los periodos de ayuno, actúa sobre los músculos lisos del estómago para generar ondas peristálticas, conocidas como complejos mioeléctricos migratorios, que vacían el contenido residual. Por otro lado, el estrés puede aumentar la secreción de hormonas como la adrenalina, que ralentizan el vaciamiento mediante la inhibición de la motilidad gástrica.

El equilibrio entre estas hormonas es crucial para evitar trastornos digestivos. Desequilibrios hormonales, como una sobreproducción de grelina o niveles insuficientes de GLP-1, pueden contribuir al desarrollo de la obesidad y trastornos metabólicos asociados. Según datos de la OMS publicados en The Lancet (2022), intervenciones hormonales específicas ofrecen un enfoque prometedor para mejorar problemas digestivos asociados al desbalance hormonal.

Factores Que Pueden Alterar El Equilibrio Hormonal

La interacción entre las hormonas y la digestión es esencial para mantener un sistema digestivo saludable. Sin embargo, diversos factores externos e internos pueden desequilibrar el sistema hormonal y, como consecuencia, impactar negativamente en la digestión. Entre estos factores destacan el estrés crónico, los hábitos alimenticios inadecuados, la falta de sueño y la exposición a toxinas ambientales.

Estrés y su impacto en la digestión

El estrés crónico influye directamente en el equilibrio hormonal mediante la sobreproducción de cortisol, una hormona liberada por las glándulas suprarrenales. Según un estudio publicado en Endocrinology and Metabolism Clinics (2021), niveles elevados de cortisol prolongados interfieren en la liberación de otras hormonas digestivas, lo que puede alterar funciones como la motilidad gástrica y la secreción de enzimas digestivas.

El cortisol disminuye la producción de prostaglandinas intestinales, encargadas de proteger la mucosa gástrica, aumentando así el riesgo de desarrollar gastritis o úlceras. Además, el estrés activa el sistema nervioso simpático, reduciendo el flujo sanguíneo hacia el intestino y dificultando la absorción de nutrientes esenciales. Según la OMS (2022), estos efectos pueden contribuir al desarrollo de trastornos como el síndrome del intestino irritable (SII).

Otro efecto clave del estrés en la digestión es la disminución de los niveles de grelina, la hormona del hambre. Esto puede llevar a alteraciones en el apetito, bien sea en forma de hiperfagia (incremento exagerado del hambre) o anorexia (pérdida del apetito), lo que afecta la ingesta global de nutrientes. Asimismo, se observa que la colecistocinina (CCK), encargada de la saciedad, puede experimentar fluctuaciones bajo situaciones de estrés crónico, afectando el vaciamiento gástrico y la digestión de grasas.

Dieta y hábitos alimenticios

La alimentación desequilibrada es uno de los factores más influyentes en la regulación hormonal. Dietas altas en azúcares refinados y grasas saturadas provocan un incremento en los niveles de insulina, lo que puede derivar en resistencia a la insulina y favorecer desequilibrios en las hormonas involucradas en la digestión. Según un informe del Centro de Prevención y Control de Enfermedades (CDC, 2021), el consumo elevado de azúcar también afecta los niveles de leptina, disminuyendo la capacidad del cuerpo para regular el apetito.

Por otra parte, una dieta pobre en fibra contribuye a la disminución de ácidos grasos de cadena corta (AGCC) en el colon, sustancias que intervienen en la estimulación de hormonas como el péptido YY (PYY) y el GLP-1, esenciales en la sensación de saciedad. Esto crea un desequilibrio que puede dar lugar a una ingesta calórica excesiva y alterar el tránsito intestinal.

El consumo insuficiente de triptofano, precursor de la serotonina, también impacta negativamente en la digestión. La serotonina es responsable de la motilidad gástrica y la percepción de saciedad; su carencia puede generar un vaciamiento gástrico más lento y dispepsia funcional. Según una investigación de la Universidad de Cambridge (2020), una dieta rica en alimentos ultraprocesados interfiere en la absorción de triptófano y, por ende, dificulta la producción de serotonina.

Los patrones de alimentación son igualmente determinantes. Comer de manera irregular afecta la secreción de grelina y CCK, desajustando el ritmo circadiano del sistema digestivo. Ingerir alimentos en condiciones de estrés o ansiedad también tiene implicaciones negativas, ya que las hormonas del estrés pueden suprimir temporalmente la actividad de las hormonas digestivas.

Otras influencias externas

Existen factores adicionales que alteran la estabilidad hormonal. La falta de sueño, por ejemplo, influye en la secreción de leptina y grelina, reduciendo la capacidad del cuerpo para equilibrar las señales de hambre y saciedad. La American Academy of Sleep Medicine (2022) demostró que menos de 6 horas de sueño por noche incrementan los niveles de cortisol y disminuyen la sensibilidad a la insulina, complicando la asimilación de glucosa y afectando el metabolismo digestivo.

La exposición a disruptores endocrinos, como pesticidas y bisfenol A (BPA), es otra causa significativa de desequilibrio hormonal. Estos químicos interfieren con la señalización hormonal, afectando la producción de insulina, grelina y leptina, según un artículo reciente publicado en The Lancet (2023). Además, se ha observado que estas sustancias también influyen en la microbiota intestinal, componente que juega un rol clave en la modulación hormonal.

En situaciones de deficiencias nutricionales, como falta de vitamina D, se altera la secreción de insulina y se compromete la actividad hormonal en el intestino delgado. La vitamina D, mencionada por la Endocrine Society (2021) como reguladora clave de la homeostasis metabólica, tiene un impacto integral en la digestión y la absorción de nutrientes.

Factor Hormonas afectadas Impacto fisiológico
Estrés Cortisol, grelina, CCK Disminución de motilidad gástrica y secreción enzimática
Dieta baja en fibra PYY, GLP-1 Alteración de la saciedad y tránsito intestinal
Falta de sueño Cortisol, grelina, leptina Desequilibrio en señales de hambre y metabolismo
Disruptores endocrinos Insulina, grelina, leptina Interferencia hormonal y disbiosis intestinal

En resumen, el equilibrio hormonal depende de múltiples factores ambientales y del estilo de vida, que interactúan estrechamente con el sistema digestivo. Mantener hábitos saludables es esencial para preservar una relación funcional entre las hormonas y el proceso digestivo.

Estrategias Para Mantener Un Buen Equilibrio Hormonal Digestivo

Un equilibrio hormonal óptimo es crucial para el correcto funcionamiento del sistema digestivo. La adopción de estrategias basadas en evidencia científica puede promover una regulación eficiente de las hormonas digestivas, minimizando el riesgo de trastornos asociados.

Alimentación equilibrada y su impacto en las hormonas digestivas

Una dieta rica en nutrientes favorece la producción y regulación de hormonas clave en el proceso digestivo. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (2020), la inclusión de fibras, grasas saludables y proteínas de calidad es esencial para una microbiota intestinal sana que, a su vez, influye en la secreción de hormonas como la grelina y el péptido intestinal vasoactivo (VIP).

  • Fibra dietética: Promueve la producción del péptido YY (PYY), una hormona que regula la saciedad y optimiza el tránsito intestinal. Fuentes como frutas, verduras y cereales integrales proveen fibra soluble e insoluble.
  • Grasas poliinsaturadas y monoinsaturadas: Estimulan la secreción de colecistocinina (CCK), fundamental en la digestión de grasas y proteínas. Alimentos como frutos secos, aguacate y pescado azul son esenciales.
  • Triptofano: Un aminoácido precursor de la melatonina y la serotonina, apoya la motilidad gástrica y regula el ciclo circadiano, influyendo indirectamente en las hormonas digestivas. Está presente en huevos, plátanos y lácteos.

Gestión del estrés para regular la producción hormonal

El estrés crónico contribuye a desequilibrios en la producción de cortisol, que afecta directamente las funciones digestivas al inhibir la secreción de jugos gástricos y alterar la motilidad intestinal. Según investigaciones de la Facultad de Medicina de Harvard (2018), prácticas como la meditación mindfulness reducen los niveles de cortisol y promueven la liberación adecuada de gastrina y secretina.

  • Prácticas de relajación: Técnicas como la respiración profunda y el yoga mejoran la comunicación entre el eje cerebro-intestino y favorecen un equilibrio hormonal digestivo.
  • Actividad física moderada: Incrementa la liberación de endorfinas, que reducen el impacto del estrés en el sistema digestivo y optimizan la regulación de hormonas como el GLP-1.

Ciclo circadiano y su influencia en las hormonas

El ciclo de sueño-vigilia modula la secreción de hormonas relacionadas con la digestión. Según un estudio publicado en Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology (2019), la melatonina y la grelina tienen un patrón circadiano que sincroniza la motilidad gástrica y el apetito.

  • Higiene del sueño: Dormir entre 7 y 9 horas en horarios regulares incrementa la producción nocturna de melatonina, mejorando la función digestiva y reduciendo el vaciamiento gástrico acelerado.
  • Exposición a la luz solar: La luz natural regula la producción de serotonina, beneficiando la secreción de jugos gástricos y optimizando la absorción de nutrientes.

Eliminación de toxinas y su efecto sobre las glándulas endocrinas

La exposición a disruptores endocrinos, presentes en plásticos y pesticidas, afecta negativamente la producción hormonal. Según la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA, 2021), evitar recipientes de plástico en la cocina y optar por productos orgánicos minimiza este sobreimpacto.

  • Desintoxicación hepática: El hígado regula la degradación de hormonas como el estrógeno, cuya acumulación puede alterar los procesos digestivos. Consumo de alimentos ricos en antioxidantes, como té verde y cúrcuma, apoya esta función.
  • Hidratación adecuada: Mantiene el equilibrio electrolítico, proporcionando soporte al metabolismo hormonal y facilitando la eliminación de toxinas por vía renal.

Suplementación apropiada bajo supervisión médica

En ciertos casos, la suplementación puede ser un aliado para alcanzar un balance hormonal. Según un análisis del British Journal of Nutrition (2022), compuestos como los probióticos y ácidos grasos omega-3 muestran beneficios directos en las hormonas digestivas.

  • Probióticos: Favorecen el equilibrio de la microbiota y la producción de ácidos grasos de cadena corta, que mejoran la actividad hormonal intestinal.
  • Omega-3: Reduce marcadores inflamatorios sistémicos y promueve la secreción de insulina y glucagón en proporciones óptimas para la salud digestiva.

Estas estrategias, respaldadas por evidencia científica, enfatizan la importancia de un enfoque integral para mantener el equilibrio hormonal en el sistema digestivo.

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Marta López

Marta López

Tengo 52 años y desde siempre me apasiona la fitoterapia. Me formé en el ámbito de la salud y, desde niña, descubrí el poder de las plantas en casa. Crecí rodeada de naturaleza y de personas que sabían escucharla. Me encanta combinar ciencia y tradición para mejorar el bienestar en el día a día. Aquí comparto lo que he aprendido, entre experiencias personales y consejos prácticos.

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