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Cómo cuidar la piel en invierno: consejos para mantenerla sana

Marta López by Marta López
in Belleza, Estilo de vida
Cómo cuidar la piel en invierno: consejos para mantenerla sana
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Durante el invierno, las bajas temperaturas y la disminución de la humedad ambiental pueden afectar significativamente la salud de la piel, aumentando la sequedad, la irritación y la sensibilidad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los cambios estacionales representan un desafío para el equilibrio natural de la barrera cutánea, especialmente en climas fríos y secos. Estos factores externos, combinados con el uso de calefacción, pueden debilitar la capacidad de la piel para retener agua, favoreciendo la aparición de grietas y descamación.

Estudios publicados en The Journal of Clinical and Aesthetic Dermatology destacan que una rutina de cuidado adecuada durante esta época del año no solo previene problemas dermatológicos comunes, sino que también protege contra el envejecimiento prematuro causado por el estrés ambiental. Implementar medidas específicas para mantener la hidratación y fortalecer la barrera cutánea resulta esencial para preservar su elasticidad y luminosidad durante los meses más fríos.

Importancia De Cuidar La Piel En Invierno

Durante el invierno, la exposición prolongada al frío intenso y la disminución de la humedad ambiental representan desafíos significativos para la función barrera de la piel. Según la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), la combinación de temperaturas bajas y calefacción interior tiende a provocar una pérdida acelerada de agua transepidérmica, lo que favorece la aparición de sequedad cutánea y microfisuras.

Pérdida de hidratación y su impacto

La deshidratación cutánea en invierno está vinculada a una menor actividad de las glándulas sebáceas, responsables de la producción de sebo que actúa como capa protectora frente a agentes externos. Estudios publicados en The Journal of Investigative Dermatology (2020) confirman que la reducción en la producción de lípidos compromete la integridad del estrato córneo, haciendo a la piel más propensa a irritaciones y agresiones externas, como el viento y los cambios bruscos de temperatura.

Según investigaciones realizadas por la Universidad de Zúrich, las bajas temperaturas disminuyen la capacidad de las células queratinocíticas para sintetizar filagrina, una proteína clave para la retención de humedad en el estrato córneo. Este descenso favorece el desarrollo de afecciones como dermatitis atópica o exacerbaciones de psoriasis en personas predispuestas.

Alteraciones en la microcirculación

El frío intenso provoca una vasoconstricción periférica como mecanismo del organismo para conservar el calor interno. Sin embargo, esto limita la llegada de oxígeno y nutrientes a los tejidos cutáneos, afectando los procesos de renovación celular y reparación natural de la piel. Como resultado, la piel puede lucir apagada, con tonos desiguales y una mayor susceptibilidad al daño oxidativo causado por los radicales libres.

La American Academy of Dermatology (AAD) menciona que esta reducción en la microcirculación incrementa también el riesgo de rosácea en personas con tendencia a presentar rubor facial, así como sensibilidad generalizada.

Cambios en el microbioma cutáneo

El microbioma cutáneo, compuesto por miles de microorganismos beneficiosos, es esencial para mantener la inmunidad de la piel frente a patógenos. Según un informe de Nature Reviews Microbiology (2021), los factores relacionados al invierno, como los ambientes secos y el uso excesivo de productos agresivos, pueden alterar el equilibrio del microbioma, favoreciendo infecciones cutáneas como la foliculitis o eccema seborreico.

Para mantener el equilibrio microbiano, es clave evitar sustancias irritantes que desestabilizan este ecosistema natural, ya que durante el invierno la piel pierde lípidos esenciales que habitualmente apoyan la viabilidad de la flora tópica saludable.

Estrategias de cuidado esenciales

  1. Hidratación tópica constante. El uso de emolientes enriquecidos con ceramidas y ácidos grasos esenciales contribuye a reparar la barrera cutánea. Según la National Eczema Association (NEA), aplicar cremas humectantes inmediatamente después de ducharse optimiza la retención de agua en la piel, minimizando la pérdida transepidérmica.
  2. Protección solar diariamente. A pesar de la menor intensidad visible del sol en invierno, la radiación ultravioleta (UV) A sigue presente. Estudios del Instituto Nacional del Cáncer (INC) revelan que la exposición prolongada al UVA acelera el envejecimiento cutáneo y aumenta la formación de hiperpigmentaciones. Los filtros de amplitud UV resultan indispensables incluso en días nublados.
  3. Control de temperaturas extremas. Las duchas con agua tibia en vez de caliente evitan el despojo excesivo de lípidos naturales. Asimismo, la humedad ambiental puede regularse mediante el uso de humidificadores en espacios interiores para contrarrestar los efectos de la calefacción.
  4. Dieta rica en antioxidantes. El consumo de alimentos ricos en vitamina C, E y ácidos grasos omega-3 favorece la regeneración cutánea. Investigaciones de la Facultad de Medicina de Harvard (2018) resaltan que los antioxidantes combaten el estrés oxidativo provocado por los radicales libres, clave para mantener la elasticidad y luminosidad de la piel.
  5. Ropa adecuada como barrera física. El uso de prendas hechas de materiales suaves como algodón o lana merina evita la fricción que puede irritar las pieles sensibles. También se recomienda el uso de guantes y protectores faciales para zonas expuestas al viento.

Con la implementación de estas medidas respaldadas científicamente, es posible contrarrestar los efectos adversos del invierno en la piel y preservar su salud cutánea y apariencia óptima.

Factores Que Afectan La Piel En Invierno

Las condiciones propias del invierno generan un impacto directo en la salud de la piel. Factores como el clima frío, las fluctuaciones de temperatura y el uso constante de calefacción contribuyen a la sequedad, el deterioro de la barrera cutánea y una mayor susceptibilidad a irritaciones e infecciones.

Clima frío y sequedad

La exposición prolongada al frío disminuye la producción de sebo, una sustancia natural que contribuye a mantener la piel hidratada. Según un estudio publicado en el British Journal of Dermatology (2020), la baja actividad de las glándulas sebáceas provoca una pérdida acelerada de agua transepidérmica, comprometiendo la función de barrera de la epidermis. Además, el frío daña los lípidos presentes en el estrato córneo, esenciales para retener la hidratación.

La baja humedad ambiental típica del invierno intensifica este problema. Investigaciones realizadas por el National Center for Biotechnology Information indican que la humedad relativa inferior al 30 % agrava la deshidratación cutánea, favoreciendo la aparición de asperezas y fisuras. Este mecanismo aumenta el riesgo de enfermedades como la dermatitis atópica, según la Sociedad Española de Dermatología y Venereología (AEDV).

Cambios de temperatura

El contraste entre el frío exterior y los espacios interiores cálidos conlleva un impacto significativo en la piel. Estos cambios bruscos alteran la microcirculación cutánea, reduciendo el aporte de oxígeno y nutrientes a las células de la epidermis. Una investigación de la Facultad de Medicina de Harvard (2018) destaca que esta reducción en la circulación afecta directamente el proceso de renovación celular, ralentizándolo.

Además, los vasos capilares se contraen en respuesta al frío, generando enrojecimiento visible y exacerbando condiciones como la rosácea. Según la AEDV, estos efectos resultan más notables en personas con piel sensible o predisposición genética a la dilatación de capilares.

Uso de calefacción

El uso prolongado de sistemas de calefacción reseca notablemente el aire en espacios cerrados. Esta condición reduce aún más el contenido de agua en la epidermis. Según datos de la OMS publicados en The Lancet (2021), la exposición diaria a ambientes con baja humedad relativa puede duplicar el riesgo de desarrollar xerosis, una forma de sequedad cutánea severa.

El calor seco generado por radiadores o estufas eléctricas también afecta el equilibrio del microbioma cutáneo, la comunidad de microorganismos beneficiosos que protege la piel. Estudios del Journal of Clinical Microbiology (2020) subrayan que estas alteraciones pueden comprometer la defensa inmunológica de la piel, aumentando la incidencia de infecciones bacterianas o fúngicas, especialmente en zonas sensibles como las manos y el rostro.

Un ambiente interior con una humedad relativa entre el 40 % y 60 %, según recomienda el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC), ayudaría a mitigar los efectos adversos de la calefacción durante los meses de invierno.

Rutina Básica Para Cuidar La Piel

El invierno compromete la barrera cutánea debido al frío, la baja humedad y la calefacción, lo que hace imprescindible implementar una rutina adaptada. Establecer pasos específicos ayuda a prevenir sequedad, irritación y envejecimiento prematuro, según destaca The Journal of Clinical and Aesthetic Dermatology (2021).

Limpieza facial

La Limpieza Facial elimina impurezas, restos de maquillaje y partículas de contaminación sin dañar el manto hidrolipídico. Un estudio de Dermatologic Therapy (2020) muestra que productos limpiadores con tensioactivos suaves, como los derivados del coco, reducen la pérdida de agua transepidérmica (TEWL, por sus siglas en inglés) en climas fríos. Es esencial optar por fórmulas sin alcohol ni fragancias para minimizar el riesgo de sensibilización cutánea.

El agua utilizada durante la limpieza debe tener una temperatura tibia, ya que el agua caliente degrada los lípidos que actúan como barrera protectora natural. Según la Asociación Americana de Dermatología (AAD, 2022), lavar el rostro dos veces al día, por la mañana y por la noche, mantiene equilibrado el pH cutáneo, optimizando la función barrera.

Hidratación profunda

La Hidratación Profunda es crucial en invierno, ya que la baja humedad ambiental acelera la evaporación del agua en la epidermis. Una investigación publicada en The International Journal of Cosmetic Science (2021) señala que las cremas con ceramidas, ácido hialurónico y glicerina restauran la función barrera y mejoran la elasticidad cutánea hasta en un 30 % tras cuatro semanas de uso.

Los emolientes reducen la pérdida de agua, formando una película protectora que retiene la hidratación. Los productos oclusivos, como los derivados de petrolato, actúan mejor en piel muy seca, mientras que combinaciones con humectantes, como el ácido láctico, son ideales para pieles mixtas o normales. Es recomendable aplicarlos justo después del baño, cuando los poros están abiertos y la piel más receptiva.

Además, beber suficiente agua y consumir alimentos ricos en antioxidantes como vitamina E y omega 3 refuerza la hidratación desde adentro, ayudando a mantener la barrera cutánea funcional.

Protección solar

La Protección Solar sigue siendo imprescindible en invierno, ya que los rayos UV están presentes todo el año. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022), el 80 % de la radiación UV puede atravesar las nubes, causando daño acumulativo en el ADN de las células cutáneas. A largo plazo, esto incrementa el riesgo de melasma, manchas solares y cáncer de piel.

Los fotoprotectores con filtros físicos, como óxido de zinc y dióxido de titanio, son eficaces frente a UVA y UVB y menos irritantes, especialmente en piel sensible. Es fundamental aplicarlos diariamente en áreas expuestas como rostro, cuello y manos, reforzando cada dos horas en caso de exposición prolongada.

Incluso en días nublados, la radiación ultravioleta alcanza niveles significativos en superficies reflectantes como la nieve. Un análisis de Photodermatology, Photoimmunology & Photomedicine (2020) concluyó que la protección solar reduce hasta un 50 % el riesgo de fotoenvejecimiento cuando se usa consistentemente durante el invierno.

Una rutina básica que aborde limpieza, hidratación y fotoprotección protege la piel y mitiga los efectos adversos del clima frío, manteniendo su salud óptima.

Consejos Adicionales Para Proteger La Piel

Las bajas temperaturas y la falta de humedad ambiental en invierno afectan significativamente la salud cutánea. Implementar medidas adicionales puede optimizar la protección de la piel frente a los efectos adversos de esta estación.

Uso de humidificadores

Los humidificadores ayudan a contrarrestar la sequedad ambiental causada por la calefacción en interiores. Un estudio publicado en The International Journal of Biometeorology (2020) indica que mantener una humedad relativa entre el 40 % y el 60 % en espacios cerrados favorece el equilibrio del microbioma cutáneo y previene cuadros como la xerosis. Un ambiente equilibrado minimiza la evaporación de agua transepidérmica y reduce el riesgo de inflamación e irritación.

Se recomienda situar los humidificadores en áreas de mayor actividad, especialmente en dormitorios o espacios de trabajo, y limpiar regularmente estos dispositivos para evitar la proliferación de microorganismos que puedan afectar la salud respiratoria y cutánea.

Evitar duchas muy calientes

Las duchas excesivamente calientes eliminan los líquidos lipídicos esenciales que conforman la barrera protectora de la piel. Según un informe de la Academia Americana de Dermatología (AAD, 2021), las temperaturas elevadas del agua alteran directamente la estructura de las ceramidas y otros lípidos epidérmicos, aumentando la susceptibilidad a la deshidratación y la irritación.

Optar por agua tibia durante la higiene diaria disminuye significativamente estos efectos. Limitar la duración a menos de 10 minutos, como sugiere este mismo informe, optimiza la preservación de la barrera cutánea. Tras la ducha, aplicar inmediatamente un emoliente con ingredientes como ácido hialurónico o glicerina restaura la hidratación perdida de manera efectiva.

Alimentación e hidratación interna

El estado de la piel en invierno está relacionado con factores internos, como la alimentación y la hidratación sistémica. De acuerdo con un artículo publicado en Nutrients (2019), una dieta rica en antioxidantes, como vitamina C, vitamina E y ácidos grasos esenciales (presentes en naranjas, almendras y pescado azul), refuerza la regeneración celular y combate el estrés oxidativo.

La ingesta adecuada de líquidos también es crucial para mantener la elasticidad cutánea. Según datos de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, 2022), consumir al menos 2 litros de agua al día, combinados con alimentos ricos en agua como pepinos o sandías, favorece la hidratación desde el interior y apoya funciones metabólicas clave que mejoran la calidad de la piel.

Además, incluir probióticos naturales, como yogures o kéfir, puede equilibrar el microbioma intestinal, lo que, según diverso análisis publicado en Frontiers in Microbiology (2021), contribuye indirectamente a una piel más resistente frente a irritaciones. Mantener una combinación de nutrientes antioxidantes y una hidratación adecuada asegura mejores resultados para la salud cutánea durante el invierno.

Productos Recomendados Para El Invierno

Seleccionar los productos adecuados para el cuidado de la piel es esencial durante los meses de invierno. La combinación de factores como el frío intenso y la baja humedad puede alterar la función barrera de la piel, haciéndola más vulnerable a la sequedad e irritación. Según un artículo publicado en The Journal of Investigative Dermatology (2020), el uso consistente de productos específicos ayuda a prevenir problemas dermatológicos comunes durante esta temporada.

Limpiadores suaves

Utilizar limpiadores con pH fisiológico (alrededor de 5.5) protege el manto hidrolipídico, evitando la alteración de la barrera cutánea. Ingredientes como la glicerina y el aceite de jojoba limpian con eficacia sin deshidratar la piel. Estudios de la Academia Europea de Dermatología y Venereología (2021) destacan que los sulfatos agresivos presentes en algunos jabones eliminan lípidos esenciales, por lo que optar por fórmulas sin sulfatos resulta beneficioso.

Hidratantes con activos reparadores

Los hidratantes ricos en ceramidas, niacinamida y ácido hialurónico son ideales para reforzar la barrera cutánea y retener la humedad. Las ceramidas restauran la función barrera, mientras que la niacinamida reduce la sensibilidad y mejora la elasticidad. El ácido hialurónico, capaz de retener 1,000 veces su peso en agua, mantiene la piel hidratada incluso en condiciones de baja humedad. Un ensayo clínico publicado en Dermato-Endocrinology (2018) evidenció que la aplicación regular de cremas con estos ingredientes redujo la sequedad cutánea en un 47 % durante el invierno.

Protectores solares

Aunque menos visible, la radiación UV incide durante el invierno. La Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022) advierte que hasta el 80 % de los rayos UVB pueden reflejarse en la nieve, aumentando el riesgo de daño cutáneo. Se recomiendan protectores solares con SPF 30 o superior, preferiblemente con óxido de zinc o dióxido de titanio, por su carácter físico y capacidad para minimizar las irritaciones.

Bálsamos labiales

Los labios son especialmente vulnerables al frío por su menor cantidad de glándulas sebáceas. Bálsamos con lanolina, manteca de karité y vitamina E forman una capa protectora que previene la deshidratación. Según un estudio publicado en Journal of Dermatological Treatment (2019), el uso de bálsamos ricos en antioxidantes, como la vitamina E, reduce la aparición de grietas en un 35 %.

Aceites faciales

Los aceites con escualano, rosa mosqueta o argán ofrecen una protección adicional frente al estrés ambiental, sellando la hidratación. La revista Clinical, Cosmetic and Investigational Dermatology (2020) señala que los aceites vegetales ricos en ácidos grasos esenciales mejoran la barrera cutánea y reducen la pérdida de agua transepidérmica.

Cremas para manos

Las manos sufren especialmente en invierno debido al lavado frecuente y la exposición directa al frío. Cremas con urea al 10 %, alantoína y polisacáridos ayudan a reparar la piel agrietada y rehidratarla. Artículos en la revista Acta Dermato-Venereologica destacan que la urea es particularmente eficaz para tratar la xerosis, al actuar como humectante y exfoliante suave.

Mascarillas hidratantes

Mascarillas con aloe vera, caléndula y vitamina B5 (pantenol) calman la irritación causada por el frío y reponen la hidratación perdida. Una investigación del Skin Research and Technology Journal (2021) evidenció que la aplicación semanal de mascarillas hidratantes reduce los niveles de sequedad en un 22 % y mejora la textura de la piel.

Cremas para pies

La piel de los pies tiende a resecarse durante el invierno, especialmente en los talones. Cremas con ácido láctico, mentol y cera alba suavizan la piel y previenen la formación de grietas. Estudios publicados en International Wound Journal avalan la eficacia del ácido láctico en la renovación celular de zonas engrosadas.

Sérums antioxidantes

El estrés oxidativo causado por los cambios bruscos de temperatura puede acelerar el envejecimiento cutáneo. Sérums con vitamina C, resveratrol y ferúlico neutralizan los radicales libres y promueven la regeneración celular. Un estudio de la American Journal of Clinical Dermatology (2020) demostró que los productos con vitamina C mejoraron la luminosidad de la piel en un 29 % tras tres semanas de uso.

Exfoliantes suaves

La acumulación de células muertas afecta la luminosidad y absorción de los productos de cuidado. Exfoliantes químicos con ácidos alfa hidroxi (AHAs), como el ácido glicólico y mandélico, eliminan las impurezas sin causar irritación. Según estudios en Cosmetic Dermatology (2019), estos exfoliantes facilitan la renovación celular en climas fríos, mejorando la textura de la piel en un 40 %.

Ambientadores humidificadores

Un entorno adecuado también influye en la salud cutánea. Sistemas de humidificación que mantienen la humedad ambiental entre el 40-60 % reducen la deshidratación. Un análisis del Environmental Health Perspectives Journal (2021) confirmó que ambientes con humedad relativa por debajo del 30 % duplican el riesgo de xerosis.

La combinación de estos productos y cuidados específicos permite proteger y mantener la salud cutánea ante las adversidades del invierno, minimizando la sequedad, irritación y otros problemas dermatológicos.

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Tengo 52 años y desde siempre me apasiona la fitoterapia. Me formé en el ámbito de la salud y, desde niña, descubrí el poder de las plantas en casa. Crecí rodeada de naturaleza y de personas que sabían escucharla. Me encanta combinar ciencia y tradición para mejorar el bienestar en el día a día. Aquí comparto lo que he aprendido, entre experiencias personales y consejos prácticos.

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