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10 alimentos que ayudan a regular las hormonas naturalmente

Marta López by Marta López
in Nutrición
10 alimentos que ayudan a regular las hormonas naturalmente
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El equilibrio hormonal desempeña un papel crucial en la salud general, ya que afecta procesos como el metabolismo, el estado de ánimo y la fertilidad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los desequilibrios hormonales están relacionados con problemas como el síndrome de ovario poliquístico, trastornos tiroideos y resistencia a la insulina, condiciones que afectan a millones de personas en todo el mundo.

Diversos estudios publicados en revistas como The Lancet han señalado que ciertos alimentos pueden influir positivamente en la regulación hormonal gracias a sus propiedades nutricionales. Nutrientes como los ácidos grasos esenciales, las vitaminas y los antioxidantes juegan un papel clave en la producción y funcionamiento de las hormonas, convirtiendo a la alimentación en un aliado fundamental para mantener el equilibrio interno.

Identificar qué alimentos contribuyen a este proceso puede marcar la diferencia en momentos de mayor necesidad, como la adolescencia, el embarazo o la menopausia.

Importancia de regular las hormonas

El equilibrio hormonal desempeña un papel esencial en la regulación de procesos fisiológicos clave en el cuerpo humano. Las hormonas son mensajeros químicos que controlan funciones como el metabolismo, la reproducción, el sueño y el estado inmunológico. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los desequilibrios hormonales están relacionados con condiciones como diabetes tipo 2, síndrome de ovario poliquístico (SOP) y trastornos tiroideos. La regulación adecuada de las hormonas no solo mejora la salud física, sino también el bienestar emocional.

Impacto de las hormonas en el metabolismo

Las hormonas influyen directamente sobre cómo el cuerpo utiliza y almacena energía. La insulina, secretada por el páncreas, regula el nivel de glucosa en sangre. Un desequilibrio en esta hormona puede derivar en resistencia a la insulina o diabetes. Por otro lado, las hormonas tiroideas producidas por la glándula tiroides controlan la velocidad metabólica basal. Según un estudio publicado en The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism (2020), los niveles bajos de triyodotironina (T3) están asociados con un metabolismo lento y aumento de peso.

Regulación del estado de ánimo y la salud mental

Las hormonas del estrés, como el cortisol, y las neurohormonas, como la serotonina, afectan el estado de ánimo y la estabilidad emocional. Un exceso de cortisol, relacionado con el estrés crónico, puede generar ansiedad y depresión. Investigaciones del Instituto Karolinska (2018) concluyeron que niveles anormales de cortisol alteran la conectividad cerebral, aumentando la vulnerabilidad a trastornos mentales. En paralelo, niveles adecuados de serotonina favorecen un estado emocional equilibrado.

Equilibrio hormonal y salud reproductiva

Las hormonas sexuales, como el estrógeno, la progesterona y la testosterona, son imprescindibles para la fertilidad y la reproducción. El desequilibrio de estas hormonas a menudo se asocia con alteraciones menstruales, infertilidad y síntomas relacionados con el climaterio. Según una investigación en Human Reproduction (2017), el SOP se presenta en aproximadamente un 10 % de las mujeres en edad fértil y está estrechamente vinculado a niveles elevados de andrógenos.

Desarrollo de enfermedades crónicas

Un desequilibrio hormonal prolongado puede aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas. Por ejemplo, el exceso de leptina, una hormona implicada en la regulación del apetito, suele observarse en personas con obesidad, y según un estudio de la Universidad de Cambridge (2019), contribuye a la inflamación crónica. De manera similar, niveles anormales de hormonas del crecimiento pueden derivar en afecciones como gigantismo o acromegalia.

Papel de la alimentación en la regulación hormonal

La dieta puede influir enormemente en el equilibrio hormonal. Alimentos ricos en ácidos grasos omega-3 como el salmón y las nueces, favorecen la producción de hormonas antiinflamatorias. Las vitaminas del complejo B, presentes en legumbres y cereales integrales, ayudan en la síntesis y el equilibrio neurohormonal. El consumo excesivo de azúcares refinados y grasas trans, en cambio, puede perturbar la producción hormonal normal y aumentar el riesgo de desequilibrios significativos.

Importancia en etapas críticas

El equilibrio hormonal se vuelve aún más esencial en etapas clave como la adolescencia, el embarazo y la menopausia debido a los cambios fisiológicos abruptos. Durante la adolescencia, los niveles de hormonas sexuales aumentan para facilitar el desarrollo puberal. En el embarazo, el estrógeno y la progesterona contribuyen al desarrollo fetal. En la menopausia, la disminución de estrógeno puede derivar en síntomas como sofocos y pérdida de densidad ósea. Según un artículo de The Lancet (2021), el tratamiento con fitoestrógenos, presentes en alimentos como la soj,a ayuda a aliviar algunos de estos síntomas.

Alimentos Ricos En Grasas Saludables

Los Alimentos Ricos En Grasas Saludables son esenciales para el equilibrio hormonal. Contienen nutrientes que apoyan la producción y regulación de hormonas clave, como los estrógenos y la testosterona. Según investigaciones del Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism (2020), los ácidos grasos insaturados contribuyen a mejorar la sensibilidad a la insulina y reducen la inflamación, procesos directamente implicados en el equilibrio endocrino.

Aguacates

El aguacate es una fuente de grasas monoinsaturadas, principalmente ácido oleico, que favorece la estabilidad hormonal. Según un estudio publicado en Nutrients (2018), este alimento mejora el perfil lipídico y ayuda en la producción de hormonas esteroides, como el cortisol y las hormonas sexuales.

También contiene vitamina E y antioxidantes, que protegen los tejidos glandulares del daño oxidativo. Su contenido en beta-sitosteroles, un tipo de fitoesterol, regula la producción de cortisol al reducir el impacto del estrés crónico. En mujeres, el consumo de aguacates puede optimizar los niveles de progesterona, favoreciendo ciclos menstruales regulares y una mayor fertilidad.

Nueces y semillas

Las nueces y semillas son ricas en ácidos grasos omega-3 y omega-6, indispensables para la producción hormonal. Según un metaanálisis publicado en Progress in Lipid Research (2019), los ácidos grasos esenciales apoyan la plasticidad neuronal y la síntesis de hormonas relacionadas con el estado de ánimo, como la serotonina.

  • Nueces: Fuentes de omega-3, como el ácido alfa-linolénico (ALA), que reducen la inflamación asociada a desequilibrios hormonales, como los del síndrome de ovario poliquístico (SOP).
  • Semillas de lino y chía: Contienen lignanos, compuestos que equilibran los niveles de estrógeno al unirse a sus receptores celulares. Según el British Journal of Nutrition (2017), este efecto modula el metabolismo del estrógeno, disminuyendo el riesgo de cáncer hormonodependiente.
  • Semillas de calabaza y girasol: Ricas en zinc y magnesio, minerales clave en la producción de testosterona y la regulación tiroidea.

Aceite de oliva

El aceite de oliva extra virgen es una de las fuentes más concentradas de ácidos grasos monoinsaturados, además de ser rico en compuestos bioactivos como los polifenoles. Según un estudio de la Universidad de Navarra (2016), incluido en el proyecto PREDIMED, el consumo regular de este aceite reduce marcadores inflamatorios y mejora la función endotelial, elementos que influyen directamente en el equilibrio hormonal.

Este alimento también potencia la sensibilidad a la insulina, una hormona esencial para el metabolismo energético. En hombres, el aceite de oliva promueve niveles saludables de testosterona, mientras que en mujeres apoya la síntesis de estrógenos y progesterona. Además, los antioxidantes como el hidroxitirosol protegen las glándulas suprarrenales y pancreáticas, involucradas en la regulación de cortisol y glucagón.

Fuentes De Proteínas De Calidad

El consumo de proteínas de alta calidad es esencial para la producción y regulación de hormonas en el organismo. Estas proteínas contienen todos los aminoácidos esenciales, que son cruciales para la síntesis de diversas hormonas, como la insulina, el glucagón y las hormonas esteroides. Incorporar alimentos ricos en proteínas adecuadas puede favorecer el equilibrio hormonal y optimizar procesos como el metabolismo, la fertilidad y el crecimiento muscular.

Pescados grasos

Los Pescados Grasos, como el salmón, la caballa y las sardinas, son una fuente significativa de proteínas completas y ácidos grasos omega-3. Según un estudio publicado en Frontiers in Endocrinology (2021), los ácidos grasos omega-3 desempeñan un papel fundamental en la regulación de las hormonas tiroideas y la mejora de la sensibilidad a la insulina.

Estos pescados también contienen niveles elevados de vitamina D, un nutriente necesario para la síntesis de hormonas como el estrógeno y la testosterona. Un análisis del Instituto de Investigación Médica de Australia (2020) señala que las deficiencias de vitamina D están asociadas con desequilibrios en las hormonas sexuales, especialmente en mujeres que presentan síndrome de ovario poliquístico (SOP). Además, los omega-3 regulan la inflamación sistémica, lo que puede mejorar el equilibrio del cortisol, la principal hormona del estrés.

La inclusión de 2 a 3 raciones semanales de pescados grasos en la dieta puede beneficiar tanto la salud hormonal como cardiovascular. Por ejemplo, 100 gramos de salmón aportan aproximadamente 25 gramos de proteínas de alta calidad y más del 100% de los requerimientos diarios de vitamina D.

Huevos

Los Huevos son una de las fuentes de proteínas más completas y biodisponibles, con un perfil nutricional que incluye lípidos esenciales, colina y vitamina B12. Estos nutrientes son necesarios para la síntesis de neurotransmisores y hormonas relacionados con el sistema nervioso y la regulación metabólica.

Un ensayo clínico de Nutrition & Metabolism (2018) mostró que la colina presente en la yema contribuye a mantener niveles adecuados de acetilcolina, un neurotransmisor clave para la regulación hormonal. Además, los huevos contienen selenio y zinc, dos minerales que soportan la producción de hormonas tiroideas y sexuales. Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca que el zinc es indispensable para la síntesis de testosterona y para el mantenimiento del equilibrio hormonal en hombres y mujeres.

Un huevo grande, con aproximadamente 6 gramos de proteínas, junto con grasas saludables, ayuda a regular el metabolismo de la insulina y a proporcionar saciedad, lo que contribuye al equilibrio glucémico. Consumir entre 3 y 5 huevos a la semana puede ser beneficioso para mantener niveles hormonales óptimos.

Lentejas y legumbres

Las Lentejas Y Legumbres, como los garbanzos y las alubias, contienen proteínas vegetales de alta calidad, fibra soluble e isoflavonas. Estos compuestos actúan como fitoestrógenos, modulando la actividad de las hormonas en el organismo.

Un estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition (2020) concluyó que las isoflavonas presentes en las legumbres pueden ayudar a equilibrar los niveles de estrógenos durante etapas de cambio hormonal, como la menopausia. Además, las lentejas aportan hierro y magnesio, necesarios para la síntesis de hormonas como la progesterona y para la regulación del ciclo menstrual.

La fibra soluble contenida en las lentejas mejora la salud intestinal, lo que beneficia el metabolismo de los estrógenos mediante la regulación de la microbiota intestinal. Esto puede tener un impacto significativo en la reducción de síntomas de desequilibrio hormonal, como la inflamación y los cambios de humor.

Media taza de lentejas cocidas ofrece unos 9 gramos de proteínas, además de carbohidratos complejos que apoyan la estabilidad energética y metabólica. Integrar legumbres en la dieta al menos tres veces por semana puede optimizar tanto la producción hormonal como la salud digestiva.

Alimentos Con Antioxidantes

Los antioxidantes son compuestos que neutralizan los radicales libres, moléculas inestables que, en exceso, pueden dañar células y desencadenar desequilibrios hormonales. Consumir alimentos ricos en antioxidantes no solo protege las células, sino que también contribuye a la regulación de hormonas clave como el cortisol, los estrógenos y la insulina. Según una investigación publicada en Critical Reviews in Food Science and Nutrition (2021), una dieta rica en antioxidantes puede mejorar la función hormonal y reducir la inflamación sistémica.

Bayas

Las bayas como arándanos, frambuesas, moras y fresas poseen altas concentraciones de flavonoides y vitamina C, antioxidantes esenciales que regulan el estrés oxidativo asociado con desequilibrios hormonales. La vitamina C participa en la síntesis de cortisol, una hormona producida por las glándulas suprarrenales durante el estrés. Según el Journal of Nutrition (2017), los flavonoides de las bayas también influyen de manera positiva en la sensibilidad a la insulina y en la regulación de los estrógenos, reduciendo el riesgo de desarrollar condiciones como el síndrome de ovario poliquístico (SOP).

Además, estudios de la Universidad de Maine (2020) encontraron que los polifenoles de los arándanos mejoran los niveles de serotonina, una hormona relacionada con el estado de ánimo, y ayudan a prevenir depresiones inducidas por desequilibrios hormonales. Las bayas no solo favorecen la salud hormonal, sino que también protegen el corazón y el sistema inmune, dos áreas vulnerables ante alteraciones hormonales prolongadas.

Espinacas

Las espinacas sobresalen por su contenido en glutatión, uno de los antioxidantes más potentes producidos por el organismo. Consumir espinacas ayuda a incrementar su concentración en el cuerpo, mejorando la detoxificación de compuestos que afectan las hormonas sexuales como los estrógenos y los andrógenos. Según un estudio del Journal of Nutritional Biochemistry (2019), el glutatión desempeña un papel crucial en la eliminación de toxinas que interfieren con los receptores hormonales.

Las espinacas también contienen niveles significativos de vitamina E, manganeso y hierro, nutrientes que impactan directamente en la producción de hormonas tiroideas. Estas hormonas son imprescindibles para el metabolismo energético y la regulación del peso corporal. La deficiencia de hierro, por ejemplo, se asocia con hipotiroidismo y letargo. Al incluir espinacas como parte de la dieta diaria, es posible mantener una función tiroidea adecuada.

Por último, su aporte de magnesio resulta esencial para reducir el exceso de cortisol en momentos de estrés prolongado. Según un artículo de Clinical Nutrition (2020), bajos niveles de magnesio pueden exacerbar cuadros de ansiedad relacionados con alteraciones hormonales.

Té verde

El té verde es rico en catequinas, antioxidantes que exhiben efectos directos sobre la regulación hormonal al reducir la resistencia a la insulina. Según un estudio publicado en el American Journal of Clinical Nutrition (2021), el galato de epigalocatequina (EGCG), presente en el té verde, mejora la función de los receptores de insulina al reducir marcadores de inflamación crónica. Esto beneficia especialmente a quienes padecen enfermedades metabólicas como la diabetes tipo 2 o el SOP.

También promueve la regulación del equilibrio entre estrógenos y progesterona gracias a sus propiedades antiaromatasa, que disminuyen la conversión excesiva de andrógenos en estrógenos. Este efecto es crucial para evitar el hiperestrogenismo, que puede desencadenar problemas menstruales e infertilidad. Además, el consumo regular de té verde ha demostrado mitigar el estrés oxidativo en los ovarios, favoreciendo un entorno hormonal más estable, según el Journal of Ovarian Research (2019).

Por otro lado, el té verde contiene teanina, un aminoácido que reduce la producción de cortisol y favorece la relajación sin generar somnolencia. Este dualismo entre la reducción del estrés y la regulación de los estrógenos refuerza su eficacia como modulador hormonal.

Resumen en tabla de antioxidantes destacados

Alimento Compuestos principales Beneficio hormonal clave
Bayas Flavonoides y vitamina C Mejora la sensibilidad a la insulina; regula el cortisol
Espinacas Glutatión, vitamina E, magnesio Detoxificación hormonal; modera el cortisol
Té verde Catequinas, EGCG, teanina Balance de estrógenos; reducción de marcadores inflamatorios

Incorporar estos alimentos en la dieta diaria fomenta un equilibrio hormonal saludable, según la evidencia científica acumulada hasta la fecha.

Minerales Y Vitaminas Clave

Un equilibrio hormonal adecuado depende de la ingesta de ciertos nutrientes esenciales. Entre estos, se encuentran minerales como el magnesio y el zinc, así como vitaminas como la vitamina D. Estos compuestos participan en procesos fisiológicos vinculados con la secreción y regulación de las hormonas principales.

Alimentos ricos en magnesio

El magnesio es esencial para la síntesis y regulación de numerosas hormonas, incluidas la insulina y las hormonas tiroideas. Según un estudio publicado en Nutrients (2018), la deficiencia de este mineral está directamente asociada con un mayor riesgo de resistencia a la insulina y alteraciones en el metabolismo energético. Además, interviene en la producción de serotonina, clave para la estabilidad emocional y el control del estrés.

Entre los alimentos ricos en magnesio destacan las espinacas (79 mg/100 g), las almendras (270 mg/100 g) y las semillas de calabaza (262 mg/100 g). Estos alimentos, además de su aporte en magnesio, contienen antioxidantes que optimizan la salud celular. Su consumo sostenido podría reducir los niveles de cortisol en momentos de estrés prolongado.

Un estudio de la Universidad de Carolina del Norte (2020) señaló que el consumo diario de 320-420 mg de magnesio favorece tanto la función tiroidea como la regulación hormonal en mujeres con desequilibrio hormonal relacionado con la menopausia.

Fuentes de vitamina D

La vitamina D actúa como una prohormona. Es crucial para la regulación de la expresión genética y para la función de glándulas como las suprarrenales, responsables de la producción de cortisol. Según el Instituto Nacional de Salud de EE.UU. (NIH, 2020), cerca del 40% de las mujeres en edad fértil presentan insuficiencia de vitamina D, un factor asociado con alteraciones menstruales e infertilidad subclínica.

Los pescados grasos, como el salmón (526 UI/100 g) y las sardinas (193 UI/100 g), son fuentes naturales de esta vitamina liposoluble. Además, las yemas de huevo (87 UI por unidad) y los lácteos fortificados contribuyen a alcanzar los niveles óptimos de 600-800 UI recomendados para adultos. En personas con dificultades de síntesis cutánea por baja exposición a la luz solar, estos alimentos adquieren especial relevancia.

Según un meta-análisis publicado en el Journal of Endocrinology (2021), la suplementación con vitamina D mejora la sensibilidad a la insulina y regula el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal, mitigando los trastornos asociados al estrés crónico y la resistencia a la insulina.

Alimentos con zinc

El zinc juega un papel central en la modulación del sistema endocrino. Este mineral actúa como cofactor en enzimas responsables de la síntesis de hormonas sexuales como la testosterona y los estrógenos. Su deficiencia, tal como destaca un informe de la Organización Mundial de la Salud (2022), afecta especialmente a la fertilidad masculina y al equilibrio hormonal en mujeres en el contexto del síndrome de ovario poliquístico (SOP).

Las ostras lideran en contenido de zinc (32 mg/100 g), seguidas por las semillas de sésamo (7.8 mg/100 g) y la carne de res magra (4.8 mg/100 g). Estos alimentos también ofrecen beneficios adicionales, como proteínas de alta calidad que apoyan la síntesis de hormonas.

Un estudio aparecido en Biological Trace Element Research (2019) demostró que un consumo diario de 9-12 mg de zinc en adultos protege contra el hipogonadismo y mejora los niveles séricos de principales hormonas esteroides. Además, el zinc potencia la actividad de la insulina, indispensable para un metabolismo glucémico saludable, y modula la respuesta inmunitaria, lo que impacta indirectamente en los niveles hormonales.

Interacciones y beneficios combinados

La integración de alimentos ricos en magnesio, vitamina D y zinc proporciona un enfoque sinérgico para el equilibrio hormonal. La combinación de estos nutrientes fomenta una mejor sensibilidad a la insulina, una menor producción de cortisol y una adecuada síntesis de hormonas sexuales, beneficios que están respaldados por evidencia científica sólida. Adoptar una dieta rica y variada en estos micronutrientes beneficia no solo el sistema endocrino, sino también el bienestar general.

Alimentos A Evitar Para Mantener El Equilibrio Hormonal

Ciertos alimentos, por su composición nutricional y efecto en el organismo, pueden alterar el equilibrio hormonal y contribuir a desequilibrios metabólicos, inflamatorios o endocrinos. Identificar estos alimentos y reducir su consumo es esencial para mantener la regulación hormonal y prevenir trastornos asociados.

Azúcares refinados y carbohidratos de alto índice glucémico

Los azúcares refinados y los alimentos con alto índice glucémico (IG), como panes blancos, pastas refinadas y bebidas azucaradas, provocan rápidos picos de glucosa y un aumento en la producción de insulina. Según un estudio publicado en The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism (2020), niveles crónicamente elevados de insulina pueden conducir a resistencia a esta hormona, desencadenando desregulaciones en el metabolismo y afectando hormonas como el cortisol y los estrógenos. Evitar estos alimentos podría mejorar la sensibilidad a la insulina y reducir la inflamación sistémica.

Grasas trans

Las grasas trans, presentes en productos ultraprocesados como margarinas, galletas industriales y alimentos fritos en aceites parcialmente hidrogenados, impactan negativamente en la regulación hormonal. Investigaciones como la del British Journal of Nutrition (2018) señalan que el consumo recurrente de grasas trans puede alterar los niveles de ácidos grasos esenciales en membranas celulares, afectando receptores hormonales. Además, se asocia su ingesta con un aumento en los marcadores inflamatorios, que influyen directamente en hormonas como el cortisol.

Alimentos ultraprocesados y aditivos

Los alimentos ultraprocesados contienen aditivos químicos como conservantes, colorantes artificiales y potenciadores del sabor, relacionados con perturbadores endocrinos como los ftalatos y el bisfenol-A (BPA). Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2021), estos compuestos pueden interferir en la producción y función de hormonas tiroideas, sexuales y metabólicas. La exposición prolongada a estos contaminantes hormonales está vinculada a infertilidad, desequilibrios tiroideos y aumento de la grasa abdominal, debido a su impacto en la función del estrógeno y el cortisol.

Lácteos convencionales

Los lácteos no orgánicos o tratados con hormonas de crecimiento pueden contener residuos hormonales como estrógenos y progesterona. Estudios como el realizado por la Universidad de Buenos Aires (2019) explican que estos compuestos externos actúan como disruptores endocrinos en el cuerpo humano, incrementando el riesgo de desequilibrios hormonales, especialmente en mujeres con síndrome de ovario poliquístico (SOP). Optar por alternativas libres de hormonas o ecológicas podría minimizar este riesgo.

Cafeína en exceso

El consumo excesivo de cafeína, especialmente a través de bebidas como cafés energéticos o refrescos, puede afectar los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Según un análisis de la Universidad de San Diego (2020), más de 400 mg diarios de cafeína prolongan la secreción de cortisol en sangre, lo que interfiere con el equilibrio de otras hormonas como la melatonina y las hormonas sexuales. Aunque pequeñas dosis tienen beneficios antioxidantes, el exceso podría exacerbar el estrés y los trastornos del sueño.

Gluten en individuos sensibles

El gluten, presente en trigo, cebada y centeno, no afecta a todas las personas, pero en individuos con sensibilidad al gluten o celiaquía puede desencadenar inflamación crónica, que afecta la función de hormonas como la insulina y la leptina. Un estudio de World Journal of Gastroenterology (2019) observó que eliminar el gluten mejoró los niveles de marcadores inflamatorios y restauró parcialmente la función hormonal en mujeres con estas condiciones.

Alcohol

El alcohol altera la función de las glándulas responsables de producir hormonas clave. Según datos del Instituto Nacional sobre el Abuso de Alcohol y Alcoholismo (2020), el consumo regular de alcohol interfiere con la síntesis de hormonas sexuales como la testosterona y el estrógeno, además de aumentar los niveles circulantes de cortisol. También se ha demostrado que agrava el desequilibrio hormonal en personas con condiciones metabólicas preexistentes.

Soja procesada

La soja procesada y los productos derivados, como las bebidas de soja industrializadas, contienen niveles elevados de isoflavonas, que pueden actuar como fitoestrógenos. Aunque en cantidades controladas la soja natural puede ser beneficiosa, el consumo excesivo de estas versiones procesadas puede alterar los niveles de estrógeno, según el European Journal of Endocrinology (2017). Esto es particularmente relevante en hombres y mujeres con desequilibrios estrogénicos o condiciones hormonales específicas.

Sal en exceso

El consumo elevado de sal, especialmente de sodio refinado presente en productos procesados, impacta en la regulación de hormonas que controlan la presión arterial y el equilibrio hídrico, como la aldosterona. La OMS recomienda no exceder los 5 gramos de sal al día para minimizar riesgos de hipertensión y alteraciones hormonales relacionadas con el sistema renina-angiotensina-aldosterona.

Conclusiones científicas

Reducir el consumo de estos alimentos contribuye a la estabilidad hormonal y previene alteraciones endocrinas. Las investigaciones más recientes demuestran que la adopción de una dieta rica en alimentos integrales, antioxidantes y nutrientes esenciales puede mejorar los marcadores hormonales, favoreciendo una mejor calidad de vida.

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Marta López

Marta López

Tengo 52 años y desde siempre me apasiona la fitoterapia. Me formé en el ámbito de la salud y, desde niña, descubrí el poder de las plantas en casa. Crecí rodeada de naturaleza y de personas que sabían escucharla. Me encanta combinar ciencia y tradición para mejorar el bienestar en el día a día. Aquí comparto lo que he aprendido, entre experiencias personales y consejos prácticos.

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