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Rutinas de autocuidado diario: consejos para mejorar tu bienestar

Marta López by Marta López
in Estilo de vida
Rutinas de autocuidado diario: consejos para mejorar tu bienestar
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El autocuidado es un pilar fundamental para mantener el equilibrio físico, mental y emocional en el día a día. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), invertir tiempo en prácticas de bienestar personal no solo mejora la calidad de vida, sino que también reduce el riesgo de enfermedades relacionadas con el estrés y el sedentarismo. En un mundo donde las exigencias diarias aumentan, establecer rutinas saludables se convierte en una herramienta clave para afrontar los retos cotidianos.

Diversos estudios publicados en The Lancet destacan que integrar hábitos como la actividad física, una alimentación equilibrada y técnicas de relajación puede tener un impacto significativo en la salud general. Sin embargo, la falta de tiempo o el desconocimiento sobre cómo empezar son barreras comunes. Este artículo explora estrategias prácticas y accesibles para incorporar el autocuidado en la rutina diaria, promoviendo un bienestar sostenible y adaptado a diferentes estilos de vida.

Importancia de las rutinas de autocuidado

Las rutinas de autocuidado contribuyen al mantenimiento integral del bienestar físico, mental y emocional, respaldadas por evidencias científicas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022), adoptar hábitos de autocuidado reduce el riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes tipo 2, la hipertensión y la depresión. Estos beneficios provienen de su capacidad para regular el equilibrio homeostático del organismo, fomentar la resiliencia psicológica y prevenir el agotamiento físico.

Impacto en la salud mental

La práctica del autocuidado promueve la regulación del estrés, un factor relacionado con trastornos como la ansiedad y la depresión. Según un estudio publicado en The Journal of Clinical Psychology (2020), actividades como la meditación y los ejercicios de respiración profunda reducen los niveles de cortisol, la principal hormona del estrés, hasta en un 23 %. Esto no solo mejora el estado de ánimo, sino que también refuerza la neuroplasticidad, optimizando el funcionamiento cognitivo.

Integrar hábitos como la journaling o escritura terapéutica, según Psychological Science (2021), mejora la claridad mental y permite procesar emociones complejas. De manera similar, técnicas como el mindfulness estimulan la conectividad en la corteza prefrontal, la región cerebral asociada a la toma de decisiones y el control emocional.

Beneficios físicos del autocuidado

El movimiento físico regular configura uno de los pilares principales del autocuidado. Según datos del American College of Sports Medicine (ACSM, 2021), realizar 150 minutos de actividad física moderada semanal, como caminar o nadar, mejora la salud cardiovascular en un 30 % y potencia la capacidad pulmonar. Además, esta práctica estimula la producción de endorfinas y dopamina, neurotransmisores que generan sensaciones de bienestar.

Paralelamente, adoptar una dieta equilibrada, rica en alimentos integrales, favorece el equilibrio hormonal y metabólico. Estudios de Harvard Medical School (2019) muestran que consumir alimentos ricos en antioxidantes, como frutas rojas y verduras de hoja verde, combate el daño oxidativo causado por los radicales libres, disminuyendo así el envejecimiento celular y el riesgo de enfermedades crónicas.

Regulación del sueño y sus efectos

El descanso adecuado constituye un componente esencial del autocuidado. Según la National Sleep Foundation (2020), dormir entre 7 y 9 horas diarias regula la secreción de melatonina y cortisol, promoviendo ciclos circadianos saludables. Además, el sueño reparador fortalece el sistema inmunológico al estimular la producción de citoquinas, proteínas esenciales en la respuesta inflamatoria y en la defensa contra infecciones.

La práctica de rutinas nocturnas, como evitar pantallas antes de dormir y mantener horarios consistentes, mejora la calidad del sueño. Estas medidas reducen el insomnio y favorecen la consolidación de la memoria y el aprendizaje, según la revista Nature Reviews Neuroscience (2018).

Relación con el equilibrio emocional

El autocuidado fomenta un mayor autoconocimiento y autocontrol emocional. Las actividades de ocio estructuradas, como escuchar música o practicar arte, estimulan la producción de oxitocina, conocida como la hormona del apego. Esta hormona refuerza los vínculos sociales y el sentido de pertenencia, esenciales para la salud psicológica.

Un estudio de la Universidad de Stanford (2020) determinó que los participantes que dedicaron al menos 30 minutos diarios a una actividad creativa experimentaron una reducción del 45 % en sus niveles de ansiedad. Esto resalta la conexión entre el tiempo dedicado al autocuidado y la mejora del bienestar emocional.

Autocuidado y sistemas fisiológicos

El autocuidado impacta directamente en los sistemas fisiológicos clave. La hidratación adecuada, por ejemplo, apoya el funcionamiento de los riñones y asegura el equilibrio hídrico en las células. Beber al menos 2 litros de agua diarios, como sugiere la European Food Safety Authority (2022), optimiza procesos como la termorregulación y el transporte de nutrientes.

En paralelo, los ejercicios de flexibilidad, como el yoga, mejoran la circulación sanguínea al favorecer la vasodilatación periférica, disminuyendo la presión arterial. Esto se relaciona con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares, según The American Heart Association (2021).

Conexión cuerpo-mente

Establecer rutinas de autocuidado refuerza la conexión entre el cuerpo y la mente. Prácticas como el tai chi o el pilates integran movimientos conscientes con la respiración, promoviendo una mayor regulación del sistema nervioso autónomo. Un artículo de Frontiers in Psychology (2020) destaca cómo estas actividades aumentan la activación parasimpática, reduciendo el ritmo cardíaco y favoreciendo la relajación profunda.

Además, la práctica regular de estos ejercicios estimula el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, regulador central de la respuesta al estrés. Este mecanismo equilibra la producción de hormonas clave, como la adrenalina, protegiendo contra daños asociados al estrés crónico.

Relevancia para diferentes grupos poblacionales

La personalización del autocuidado resulta fundamental según las necesidades y etapas de la vida. En adultos mayores, por ejemplo, el autocuidado enfocado en ejercicios de bajo impacto y contacto social previene el aislamiento y mejora la movilidad. En adolescentes, fomentar una buena higiene del sueño y la nutrición adecuada fortalece su desarrollo físico y mental, como señala un estudio del Journal of Adolescent Health (2021).

El autocuidado no solo beneficia la salud individual, sino que también impacta positivamente en las comunidades. Dedicar tiempo a estas prácticas genera una sociedad más consciente y saludable, promoviendo un bienestar colectivo ajustado a contextos y culturas específicas.

Rutinas Matutinas Para Comenzar El Día

Las primeras horas tras despertarse influyen significativamente en el bienestar físico, mental y emocional. Implementar rutinas estructuradas y basadas en evidencia científica durante la mañana puede optimizar los niveles de energía, la concentración y la salud a lo largo del día.

Despertar con intención

Despertar Con Intención implica evitar el uso excesivo del botón de repetición del despertador, ya que interrumpe el ciclo del sueño y puede generar somnolencia residual. Según la Fundación Nacional del Sueño (National Sleep Foundation, 2020), un despertar gradual sin interrupciones mejora la regulación del ciclo circadiano, optimizando la liberación de cortisol al inicio del día.

Abrir las cortinas o exponerse a luz natural de 15 a 20 minutos activa una región del cerebro llamada núcleo supraquiasmático, que responde a estímulos luminosos. Este mecanismo ajusta el reloj biológico interno, sincronizando ritmos corporales esenciales como la temperatura y la secreción hormonal.

Hidratación inmediata al despertar suple la pérdida de líquidos ocurrida durante el sueño. Estudios publicados en European Journal of Clinical Nutrition (2021) subrayan que un vaso de agua de entre 250 y 300 ml puede reactivar el metabolismo basal y mejorar la circulación.

Prácticas de meditación y respiración

La meditación matutina reduce los niveles de estrés y promueve un estado de calma mental. Según un artículo de JAMA Psychiatry (2018), 15 minutos de atención plena mejoran la regulación emocional al disminuir la actividad de la amígdala e incrementar la conectividad en áreas prefrontales del cerebro.

Las técnicas de respiración consciente, como la respiración diafragmática y los ejercicios de pranayama, ayudan a equilibrar el sistema nervioso autónomo. Esto reduce la predominancia del sistema simpático, asociado al estrés, favoreciendo el tono parasimpático y ralentizando la frecuencia cardíaca. Resultados del laboratorio de neurociencia de la Universidad de Stanford (2022) muestran que ciclos de respiración lenta y profunda (5-6 respiraciones por minuto) aumentan la variabilidad de la frecuencia cardíaca, un indicador clave de resiliencia fisiológica.

Incluir unos minutos de journaling o escritura reflexiva después de la meditación puede complementar estas prácticas, ayudando a organizar ideas, reducir la presión mental y clarificar objetivos.

Nutrición y ejercicio desde la mañana

Un desayuno equilibrado al inicio del día es esencial para reponer niveles de glucosa y prevenir caídas energéticas. Según la Asociación Dietética Británica (British Dietetic Association, 2019), consumir una combinación de proteínas (20-25 g), carbohidratos complejos y grasas saludables como aguacate o frutos secos regula la insulina y mejora la atención cognitiva.

El ejercicio matutino, incluso en sesiones breves de 20-30 minutos, estimula neurotransmisores como dopamina y serotonina, relacionados con el bienestar. Investigaciones realizadas por The Journal of Physiology (2020) concluyen que realizar actividad física moderada antes del desayuno mejora la oxidación de grasas y la sensibilidad insulínica.

Opciones de actividad física como caminar a paso ligero, yoga o ejercicios de fuerza ligera no solo benefician los sistemas cardiovasculares y musculoesqueléticos, sino que también optimizan la función cognitiva. Un estudio del Instituto Karolinska (2019) asocia la práctica de ejercicio matutino con un incremento del 20% en la capacidad de aprendizaje y memoria debido a la liberación de factor neurotrófico derivado del cerebro​ (BDNF, por sus siglas en inglés).

Incorporar estas rutinas en las primeras horas del día sienta una base sólida para una jornada productiva, reduciendo niveles de estrés y fortaleciendo la conexión cuerpo-mente.

Cuidados Durante El Día

El mantenimiento del bienestar físico y mental a lo largo del día depende de la integración de prácticas preventivas y restauradoras que promuevan la salud integral. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022), el enfoque en el autocuidado durante la jornada laboral o las actividades rutinarias ayuda a reducir el impacto del estrés crónico y mejora el rendimiento cognitivo y físico.

Descansos activos en la jornada

Incluir pausas activas en la rutina diaria contribuye a mitigar los efectos del sedentarismo, que, según el estudio Global Burden of Disease (2017), está relacionado con más de 4 millones de muertes anuales. Los descansos activos, que consisten en ejercicios breves como estiramientos isométricos o movimientos dinámicos, mejoran la circulación sanguínea y reducen la fatiga muscular. La actividad física breve también facilita la liberación de endorfinas, generando una sensación de bienestar y aumentando la motivación.

Por ejemplo, un ciclo de movimientos de tres a cinco minutos, realizado cada 60-90 minutos, puede incluir ejercicios como rotaciones cervicales, flexiones de hombros y estiramientos de las extremidades superiores e inferiores. Estudios del Journal of Occupational Health (2020) sugieren que estas prácticas mejoran la postura y disminuyen el riesgo de trastornos musculoesqueléticos en trabajadores que permanecen muchas horas sentados.

Además, incorporar microdescansos, como caminar unos metros o cambiar de posición, beneficia el foco mental al reducir la fatiga cognitiva. La Facultad de Medicina de Harvard (2019) indica que estos breves intervalos elevan la creatividad y favorecen la resolución de problemas complejos.

Mantener la hidratación y energía

La hidratación adecuada durante el día es clave para regular funciones fisiológicas como la termorregulación y la oxigenación tisular. Según el Instituto Europeo de Hidratación (EHI, 2021), una deshidratación leve del 2% del peso corporal puede ocasionar una disminución del rendimiento cognitivo y físico. Por lo tanto, consumir al menos 1,5 a 2 litros de agua diariamente contribuye a mantener un equilibrio homeostático.

Beber líquidos en intervalos regulares mantiene el volumen plasmático y favorece procesos metabólicos como la digestión y la eliminación de toxinas. Complementar el consumo de agua con snacks ricos en fibras y proteínas, como nueces, yogures bajos en grasa o trozos de fruta fresca, ayuda a estabilizar los niveles de glucosa y evita los picos de insulina. La consistencia de estas prácticas evita episodios de hipoglucemia, responsables de la fatiga y la disminución de la concentración.

El consumo moderado de infusiones como el té verde o el té negro también aporta antioxidantes polifenólicos que combaten el estrés oxidativo, según señaló la European Journal of Nutrition (2020). Este estrés está asociado con el envejecimiento prematuro y enfermedades crónicas, por lo que contrarrestar sus efectos es esencial durante la jornada.

Establecer límites saludables

Proteger el tiempo y la energía en un entorno laboral o doméstico requiere límites claros que favorezcan el equilibrio emocional y mental. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE, 2022), un entorno de trabajo marcado por la hiperconectividad incrementa el riesgo de agotamiento, especialmente en aquellos roles que exigen una constante interacción digital.

Establecer horarios definidos para tareas laborales y personales delimita el tiempo dedicado al ocio y al descanso, elementos fundamentales en la reducción de la respuesta del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, implicado en la liberación excesiva de cortisol. Este exceso se relaciona con la aparición de problemas como insomnio, ansiedad y disminución del sistema inmunológico.

Por otro lado, priorizar tareas según su urgencia e importancia facilita un mejor manejo del tiempo. El uso de técnicas como la matriz de Eisenhower, que categoriza las tareas según estas dimensiones, mejora la productividad y disminuye la acumulación de estrés diario. Finalmente, apagar notificaciones o establecer períodos de desconexión digital después de la jornada laboral ayuda a fortalecer las rutinas de autocuidado.

Rutinas Nocturnas Para Un Descanso Reparador

Cuidar el descanso nocturno es esencial para mantener funciones fisiológicas, cognitivas y emocionales óptimas. Según la Fundación Nacional del Sueño (2022), una adecuada rutina nocturna contribuye a regular el ciclo circadiano, favoreciendo la producción de melatonina, la hormona del sueño. La implementación de actividades específicas antes de dormir ayuda a mejorar la calidad del sueño y reduce la incidencia de trastornos como el insomnio.

Desconexión de la tecnología

Reducir la exposición a dispositivos electrónicos antes de dormir permite mejorar la calidad del descanso. Numerosos estudios destacan que la luz azul emitida por pantallas, como las de smartphones y tabletas, inhibe la secreción de melatonina. Un análisis publicado en Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism (2019) evidenció que la exposición prolongada a la luz azul dos horas antes de acostarse puede retrasar el inicio del sueño hasta en 90 minutos.

Se recomienda limitar el uso de dispositivos electrónicos al menos 60 minutos antes de ir a la cama. Alternativas como la lectura de libros impresos o ejercicios de respiración pueden ser más beneficiosas. Según la Asociación Estadounidense de Psicología (APA), estas actividades ayudan a reducir la activación mental, disminuyendo los niveles de cortisol, la hormona del estrés, lo que favorece un inicio del sueño más rápido.

Creando un ambiente relajante

Un entorno adaptado al descanso facilita la conciliación del sueño y mejora su calidad. La ventilación adecuada, la temperatura moderada (aproximadamente 18-20 °C según Sleep Foundation, 2022) y la oscuridad total son factores clave. El uso de cortinas opacas o antifaces puede bloquear la entrada de luz artificial, que interfiere en los procesos circadianos.

Además, incorporar elementos sensoriales como aceites esenciales, específicamente los de lavanda y manzanilla, puede inducir sensaciones de calma. Estudios como el realizado por la Universidad de Kagoshima (2017) confirmaron que la aromaterapia con lavanda ayuda a reducir el ritmo cardíaco y estimula receptores cerebrales asociados con la relajación.

El sonido también desempeña un papel importante. Utilizar ruido blanco, como el sonido de lluvia o olas, ha mostrado ser eficaz para enmascarar ruidos irritantes y estabilizar las fases del sueño, como lo indicó una revisión publicada en Journal of Sleep Research (2018). Evitar estímulos auditivos inesperados y mantener el dormitorio como una zona de descanso exclusiva contribuye al bienestar general.

Gratitud y reflexión del día

Practicar gratitud antes de dormir mejora el bienestar emocional y promueve un descanso más profundo. Un estudio publicado en Applied Psychology: Health and Well-being (2009) señaló que mantener un diario de gratitud ayuda a reducir pensamientos negativos y mejora la calidad del sueño. Las personas que redactaron tres aspectos positivos de su día experimentaron una disminución en la latencia del sueño y reportaron mayor vitalidad matutina.

Crear hábitos de reflexión sobre los logros y aprendizajes diarios activa regiones del cerebro vinculadas a las emociones positivas, como la corteza prefrontal. Esta práctica disminuye la actividad en la amígdala, una de las áreas asociadas con la ansiedad, lo que facilita un estado mental tranquilo previo al sueño.

Complementar la reflexión con técnicas como la coherencia cardíaca, basada en la sincronización entre la respiración y el ritmo cardíaco, puede potenciar su impacto. Estudios disponibles en Frontiers in Human Neuroscience (2020) demuestran que esta técnica regula el sistema nervioso autónomo, reduciendo la acción del sistema simpático y promoviendo un descanso más reparador.


Crear rutinas específicas nocturnas no solo mejora la calidad del sueño, sino que también incide positivamente en la salud mental, la función inmunológica y el rendimiento cognitivo. Implementar prácticas respaldadas por evidencia científica optimiza el bienestar cotidiano de manera sostenible.

Beneficios A Largo Plazo De Estas Rutinas

La implementación constante de rutinas de autocuidado genera beneficios significativos que impactan tanto la salud física como mental con el paso del tiempo. Según informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), mantener prácticas orientadas al bienestar personal reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, incrementa la longevidad y mejora notablemente la calidad de vida.

Mejora sostenida de la salud cardiovascular

La actividad física regular, incluso en intensidad moderada, tiene efectos positivos acumulativos en la salud cardiovascular. Un estudio de The Journal of the American Heart Association (2021) reveló que dedicar al menos 150 minutos semanales a ejercicios aeróbicos disminuye en un 30 % el riesgo de desarrollar enfermedades coronarias. Este beneficio se debe a que la actividad física regula la presión arterial, reduce los niveles de colesterol LDL (low-density lipoprotein) y mejora la elasticidad de los vasos sanguíneos, previniendo arteriosclerosis.

Además, mantener una alimentación equilibrada basada en patrones como la dieta mediterránea—rica en frutas, verduras, grasas saludables y proteínas magras—provee nutrientes esenciales que optimizan la función del sistema cardiovascular. Según estudios del New England Journal of Medicine (2018), este tipo de dieta está asociada con una reducción del 25 % en eventos cardíacos mayores, gracias a su impacto en la disminución de la inflamación crónica.

Refuerzo del sistema inmunológico

Prácticas de autocuidado como el descanso reparador fortalecen la capacidad inmunológica. Durante el sueño profundo, el organismo produce y libera citocinas, proteínas esenciales para la defensa contra infecciones y la regulación de la inflamación. Según investigaciones de la Universidad de California en San Francisco (2017), aquellas personas que duermen entre 7 y 9 horas por noche presentan un 50 % menos de probabilidades de desarrollar infecciones respiratorias en comparación con quienes duermen menos de 6 horas.

Por otro lado, una adecuada hidratación diaria favorece el transporte eficiente de nutrientes y facilita la eliminación de toxinas a través del sistema linfático. Según datos de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC), consumir entre 1,5 y 2 litros de agua al día contribuye a mantener el equilibrio hidroelectrolítico, mejorando así las funciones inmunológicas.

Regulación del bienestar mental a largo plazo

El autocuidado incluye rutinas destinadas a reducir el estrés crónico y preservar la salud mental. Técnicas como la meditación consciente (mindfulness) disminuyen la activación prolongada del eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA), que conduce al exceso de cortisol en situaciones de estrés prolongado. Estudios realizados por la Clínica Mayo (2020) señalan que la práctica diaria de mindfulness durante 20 minutos puede reducir los niveles de cortisol en un 40 %, mejorando así la función cognitiva y promoviendo un estado emocional equilibrado.

Además, el ejercicio físico no solo beneficia el cuerpo, sino que también estimula la producción de endorfinas y neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, responsables de sensaciones de bienestar. De acuerdo con investigaciones publicadas en Frontiers in Psychology (2021), aquellas personas que realizan ejercicios regularmente tienen un 35 % menos de probabilidad de experimentar episodios de depresión mayor, incluso en situaciones de alto estrés.

Prevención de enfermedades crónicas

Incorporar hábitos saludables previene la aparición de condiciones crónicas como la diabetes tipo 2, la hipertensión y la obesidad. Según la OMS, modificar estilos de vida a través del autocuidado, como mantener un índice de masa corporal (IMC) saludable y consumir una dieta baja en azúcares refinados, retrasa hasta en un 50 % los casos nuevos de diabetes tipo 2. Este efecto se relaciona con el mantenimiento de la sensibilidad a la insulina y el control de los niveles de glucosa en sangre.

El control del sedentarismo mediante pausas activas regulares también contribuye a la prevención de enfermedades metabólicas. Investigaciones de la Asociación Americana de Diabetes (2016) indican que levantarse durante al menos 5 minutos cada hora para realizar movimientos ligeros regula la glucosa postprandial y disminuye el riesgo de resistencia a la insulina.

Mejora de las funciones cognitivas y del envejecimiento saludable

Las rutinas de autocuidado, como la lectura y el aprendizaje continuo, estimulan las funciones cognitivas y reducen el deterioro neurodegenerativo asociado con el envejecimiento. Estudios de la Universidad de Edimburgo (2020) destacan que el desarrollo de ejercicios cognitivos mejora la memoria operativa y protege contra enfermedades como el alzhéimer, gracias a la neuroplasticidad inducida.

Por su parte, la práctica regular de actividades creativas, como la escritura o el dibujo, fomenta la expresión emocional y fortalece redes neuronales específicas en el cerebro relacionadas con la creatividad. Según el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento (2021), estas actividades no solo promueven el bienestar emocional, sino que también optimizan circuitos cognitivos afectados por el paso del tiempo.

Impacto positivo en el equilibrio hormonal

Rutinas como el sueño de calidad y la alimentación consciente regulan los niveles de hormonas clave, mejorando procesos metabólicos y emocionales. Durante el sueño, las hormonas del crecimiento (GH) y leptina—importantes para la regeneración celular y el control del apetito—se liberan en mayor cantidad. El déficit en el sueño afecta el equilibrio de la grelina, hormona responsable de estimular el hambre, lo que puede exacerbar problemas metabólicos si no se corrige.

Asimismo, practicar ejercicios como el yoga reduce niveles de adrenalina y noradrenalina, hormonas implicadas en la respuesta de “lucha o huida”. Esto disminuye la hiperactivación del sistema nervioso simpático, promoviendo la regulación homeostática general del organismo, según la Asociación Americana de Psiquiatría (2019).

Generación de un bienestar colectivo

El impacto acumulativo de las rutinas de autocuidado trasciende a la esfera individual, promoviendo bienestar en comunidades. Según la OMS, personas que priorizan su bienestar personal tienden a fomentar relaciones sociales positivas, creando comunidades más saludables y resilientes. Esta conexión entre la salud individual y colectiva forma parte de estrategias globales para el desarrollo sostenible.

Implementar y mantener rutinas estructuradas de autocuidado es una inversión en salud física, mental y social que aporta innumerables beneficios comprobados con el tiempo.

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Marta López

Marta López

Tengo 52 años y desde siempre me apasiona la fitoterapia. Me formé en el ámbito de la salud y, desde niña, descubrí el poder de las plantas en casa. Crecí rodeada de naturaleza y de personas que sabían escucharla. Me encanta combinar ciencia y tradición para mejorar el bienestar en el día a día. Aquí comparto lo que he aprendido, entre experiencias personales y consejos prácticos.

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