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Consejos prácticos sobre cómo dormir mejor sin medicación

Marta López by Marta López
in Estilo de vida
Consejos prácticos sobre cómo dormir mejor sin medicación
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Dormir bien es esencial para mantener una buena salud física y mental, pero el insomnio y otros trastornos del sueño afectan a millones de personas en todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente un 30% de la población experimenta dificultades para dormir en algún momento de su vida, lo que puede derivar en problemas como fatiga crónica, falta de concentración y mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Aunque los fármacos pueden ser una solución temporal, cada vez más estudios destacan la importancia de adoptar estrategias naturales para mejorar la calidad del sueño de manera sostenible. Técnicas como la higiene del sueño, el manejo del estrés y la exposición adecuada a la luz natural han demostrado ser eficaces según investigaciones publicadas en The Lancet. Comprender estas prácticas y aplicarlas correctamente puede marcar una gran diferencia en el descanso nocturno y el bienestar general.

Importancia de un sueño reparador

El sueño reparador tiene un impacto crucial en el bienestar físico, mental y emocional. Durante este proceso, el cuerpo lleva a cabo funciones esenciales para la homeostasis, incluyendo la reparación de tejidos, el fortalecimiento del sistema inmunológico y la consolidación de la memoria. Según la Fundación Española del Corazón, dormir menos de 6 horas por noche de manera habitual incrementa un 48% el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.

Regulación hormonal durante el sueño

El sueño afecta directamente la producción y regulación de hormonas clave. La melatonina, secretada por la glándula pineal, regula los ciclos circadianos, asegurando un descanso adecuado. Niveles insuficientes de melatonina, a menudo asociados con exposición excesiva a la luz azul antes de dormir, pueden alterar el ritmo circadiano.

Durante las fases de sueño profundo, se libera la hormona del crecimiento (GH), esencial para la regeneración muscular y la síntesis de proteínas. Además, la leptina y la grelina, reguladoras del apetito, muestran alteraciones significativas en estados de privación del sueño, lo que favorece el aumento de peso y el riesgo de obesidad.

Beneficios cognitivos del sueño de calidad

La consolidación de la memoria se produce principalmente en las fases REM y NREM. Según un estudio de la Universidad de California (2018), individuos que duermen al menos 7 horas por noche muestran un 20% más de efectividad en pruebas de retención de memoria en comparación con quienes duermen menos. También se ha observado que el sueño favorece la capacidad de resolución de problemas y la creatividad mediante la activación de redes neuronales específicas.

El sueño insuficiente está vinculado con un aumento del estrés oxidativo cerebral. Este proceso puede contribuir al deterioro de funciones cognitivas, asociado con enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson, según un artículo en Nature Reviews Neuroscience (2021).

Salud cardiovascular y metabólica

Dormir adecuadamente reduce el riesgo de enfermedades metabólicas. Estudios como el publicado en The Lancet Diabetes & Endocrinology (2020) indican que la resistencia a la insulina y la acumulación de glucosa en sangre se agravan en personas que duermen menos de 5 horas diarias. Asimismo, el sueño regula la función del sistema nervioso autónomo, disminuyendo la frecuencia cardíaca y la presión arterial.

El sueño de baja calidad provoca alteraciones en la inflamación sistémica, lo que se traduce en niveles más elevados de proteína C reactiva (PCR), un marcador de inflamación que predice el riesgo cardiovascular.

Impacto en el sistema inmunológico

El sistema inmunológico se ve fortalecido por el sueño reparador. Durante el sueño profundo, el cuerpo incrementa la producción de citocinas proinflamatorias, necesarias para combatir infecciones. Un estudio realizado por la Universidad de Tübingen (2015) encontró que personas con menos de 6 horas de sueño incrementan un 70% el riesgo de desarrollar infecciones respiratorias comunes.

El aumento de linfocitos T, fundamental en la defensa inmunológica, se correlaciona con fases óptimas de sueño. La interrupción frecuente del sueño afecta negativamente la respuesta del sistema inmunológico frente a virus y bacterias.

Estrategias para conseguir un sueño reparador

Adoptar hábitos saludables permite mejorar la calidad del sueño. Entre las estrategias más efectivas destacan:

  1. Mantener horarios regulares: Despertarse y acostarse a la misma hora optimiza el ritmo circadiano, como indica la National Sleep Foundation.
  2. Reducir la exposición a la luz azul por la noche: Los dispositivos electrónicos inhiben la producción de melatonina, dificultando la conciliación del sueño.
  3. Crear un ambiente propicio para el descanso: Un dormitorio oscuro, silencioso y con temperatura adecuada favorece un sueño profundo.
  4. Practicar técnicas de relajación: Actividades como la meditación o la respiración profunda reducen los niveles de cortisol y activan el sistema nervioso parasimpático.

Un descanso suficiente, entre 7 y 9 horas diarias, muestra beneficios duraderos en la prevención de enfermedades y el incremento del rendimiento general.

Factores Que Afectan La Calidad Del Sueño

Diversos factores pueden influir negativamente en la calidad del sueño, alterando su profundidad, duración y beneficios para la salud. Según datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 35% de los adultos experimentan alteraciones del sueño, muchas de las cuales se deben a causas evitables o modificables.

Estrés y preocupaciones diarias

El estrés crónico y las preocupaciones constantes activan el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal (HHA), lo que conlleva un aumento en la producción de cortisol. Este aumento hormonal está vinculado a una disminución en la secreción de melatonina, la hormona que regula el ciclo sueño-vigilia. Según un estudio de la revista Psychoneuroendocrinology (2020), niveles elevados de cortisol durante la noche están asociados con despertares frecuentes y una menor proporción de sueño profundo.

Además, la rumiación mental y los pensamientos intrusivos dificultan la relajación necesaria para conciliar el sueño. La práctica de técnicas de relajación, como la meditación o la respiración profunda, ha mostrado efectos positivos para reducir la activación fisiológica durante la noche, según un análisis del Journal of Clinical Sleep Medicine (2018).

Fomentar estrategias de manejo del estrés, como la planificación estructurada de tareas durante el día o el uso de diarios para expresar pensamientos recurrentes, puede mitigar su impacto en la calidad del sueño.

Ambiente y comodidad para dormir

Un entorno propicio es indispensable para un descanso reparador. Factores como temperatura, nivel de ruido e iluminación afectan directamente la arquitectura del sueño. La National Sleep Foundation (2021) recomienda mantener una temperatura ambiente entre 15-20 °C para optimizar la comodidad. Temperaturas fuera de este rango pueden interrumpir las etapas REM del sueño, esenciales para la restauración cognitiva.

La exposición a la luz artificial, especialmente la luz azul emitida por dispositivos electrónicos, inhibe la secreción de melatonina al interactuar con las células ganglionares fotosensibles de la retina. Según un estudio de la Universidad de Harvard (2019), el uso de dispositivos electrónicos una hora antes de dormir reduce la producción de melatonina en un 85% y aumenta el tiempo necesario para conciliar el sueño.

El diseño del espacio para dormir también juega un papel relevante. Un colchón adecuado, alineado con las necesidades biomecánicas de la columna vertebral, reduce el riesgo de despertares por incomodidad. La postura corporal al dormir debe favorecer la relajación de los músculos y una circulación sanguínea óptima.

Incluso el sonido ambiente impacta en el sueño. Aunque hay tolerancia individual al ruido, la OMS (2018) señala que niveles superiores a 40 dB durante la noche generan interrupciones microestructurales del sueño que, en algunos casos, no son percibidas conscientemente pero afectan las fases profundas del descanso.

Hábitos y rutinas desordenadas

La irregularidad en los horarios para dormir y despertar desregula el ritmo circadiano. Este ritmo, controlado principalmente por el núcleo supraquiasmático en el hipotálamo, coordina funciones corporales en ciclos de 24 horas basándose en señales ambientales, como la luz solar. Cambios frecuentes en los horarios de sueño, como el jet lag social o los turnos nocturnos de trabajo, alteran esta sincronización natural. Un informe de la revista Current Biology (2017) concluye que los desajustes circadianos incrementan el riesgo de insomnio y enfermedades metabólicas.

El consumo de sustancias estimulantes también afecta negativamente. La cafeína, presente en café, refrescos y chocolate, bloquea los receptores de adenosina, una molécula que promueve la somnolencia. Investigaciones publicadas en Sleep Medicine Reviews (2018) señalan que el consumo de cafeína incluso 6 horas antes de dormir puede reducir significativamente el tiempo total de sueño.

Los patrones alimenticios irregulares también interfieren. Cenar en exceso o consumir alimentos difíciles de digerir antes de acostarse activa el sistema digestivo y retrasa el inicio de las fases profundas del sueño. Por el contrario, alimentos ricos en triptófano, como el plátano o las nueces, favorecen la síntesis de serotonina y melatonina.

Asimismo, la falta de una rutina predecible no prepara al cuerpo para dormir. Actividades relajantes como leer, practicar estiramientos suaves o escuchar música tranquila inducen un estado de relajación que facilita el inicio del sueño. Según un estudio de Sleep Health (2020), las personas que mantienen rutinas consistentes tienen un 30% más de probabilidad de experimentar sueño reparador en comparación con quienes no las practican.

Técnicas Para Dormir Mejor Sin Medicación

El sueño de calidad mejora la salud general y reduce el riesgo de problemas asociados con el insomnio. Implementar estrategias naturales puede optimizar el descanso de forma efectiva sin recurrir a fármacos, como respaldan investigaciones de diversas instituciones.

Establecer una rutina consistente

Mantener horarios regulares regula el ritmo circadiano, el ciclo biológico que coordina las funciones del cuerpo a lo largo de 24 horas. Según la revista Sleep Health (2020), acostarse y levantarse a la misma hora todos los días favorece la sincronización de este reloj interno, mejorando la calidad del sueño.

Elegir una hora adecuada, permitiendo entre 7 y 9 horas diarias, fomenta un sueño reparador. Dormir menos de 6 horas, como destaca la Asociación Americana del Corazón (2022), aumenta el riesgo de hipertensión, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Por ello, establecer consistencia en los horarios, incluso los fines de semana, evita la alteración del ritmo circadiano conocida como “jet lag social”.

Crear un ambiente relajante

Un espacio óptimo para el sueño potencia la relajación. La temperatura ideal oscila entre 16 °C y 20 °C, según la Fundación Nacional del Sueño (NSF, por sus siglas en inglés), ya que la disminución de la temperatura corporal facilita la transición al estado de sueño profundo. Evitar excesos de calor o frío mejora la estabilidad durante las etapas del sueño.

El ruido y la iluminación ambiental también afectan la calidad del descanso. Un entorno silencioso y oscuro, como sugiere un artículo reciente en The Sleep Journal (2021), incrementa la producción de melatonina, una hormona esencial para el inicio del sueño. Se recomienda utilizar cortinas blackout o antifaces para bloquear la luz, así como dispositivos generadores de ruido blanco en entornos ruidosos.

Eliminar estímulos como televisores, dispositivos electrónicos o luces LED evita la exposición a luz azul, que inhibe la producción de melatonina. La Sociedad Española del Sueño (SES, 2021) sugiere reducir el uso de pantallas al menos 2 horas antes de dormir para mejorar la conciliación del sueño.

Adoptar técnicas de relajación

Métodos de relajación reducen la actividad del sistema nervioso simpático, responsable de las respuestas de estrés, lo que facilita el descanso. Prácticas como la respiración profunda han mostrado resultados positivos en varios estudios, incluyendo una revisión de la Universidad de California (2020). La técnica 4-7-8, que implica inhalar durante 4 segundos, mantener la respiración por 7 y exhalar en 8, ralentiza el ritmo cardíaco y promueve la calma.

La meditación y mindfulness disminuyen los niveles de cortisol, una hormona asociada al estrés, según evidencia publicada en JAMA Internal Medicine (2015). La práctica regular de estas técnicas mejora los síntomas del insomnio crónico y facilita un descanso profundo al incrementar la actividad cerebral en las ondas alfa, relacionadas con la relajación.

El estiramiento ligero o el yoga antes de dormir también puede mejorar el sueño. Estudios como el realizado por la Clínica Mayo (2022) muestran que estas actividades alivian tensiones musculares y aumentan la flexibilidad, preparando el cuerpo para el descanso.

Incluir rutinas relajantes, como leer libros impresos o tomar un baño caliente, potencia la desconexión mental. El baño favorece al descenso gradual de la temperatura corporal, otro catalizador para el sueño.

Cambios En El Estilo De Vida

Incorporar hábitos saludables en el día a día contribuye significativamente a mejorar la calidad del sueño. Según estudios de la Asociación Americana del Sueño (2020), realizar ajustes en el estilo de vida regula el ritmo circadiano, reduce el estrés y mejora las fases profundas del sueño. A continuación, se exploran tres factores clave para optimizar el descanso nocturno.

Alimentación y bebidas saludables

La dieta influye directamente sobre los ciclos de sueño-vigilia. Consumir alimentos ricos en triptófano, un aminoácido precursor de la melatonina y la serotonina, como plátanos, nueces y productos lácteos, favorece el sueño reparador. Un estudio publicado en Nutrients (2018) evidenció que una dieta rica en ácidos grasos omega-3 y baja en azúcares refinados disminuye la prevalencia de insomnio.

Es recomendable evitar comidas copiosas y ricas en grasas saturadas antes de dormir. Según una revisión en la revista Sleep Medicine Reviews (2019), la ingesta elevada de grasas reduce la cantidad de sueño profundo, afectando la calidad global del descanso. Asimismo, sustancias como la cafeína y el alcohol alteran la arquitectura del sueño. La cafeína, presente en café, té y bebidas energéticas, inhibe los receptores de adenosina, una molécula esencial para inducir el sueño. Por su parte, aunque el alcohol puede inducir somnolencia inicial, interfiere con la fase REM, crucial para la consolidación de la memoria.

Mantener una hidratación adecuada también es fundamental, pero evitar un consumo excesivo de líquidos por la noche reduce interrupciones relacionadas con la necesidad de miccionar.

Ejercicio regular y moderado

La actividad física regular mejora la calidad y duración del sueño. Según la Fundación Nacional del Sueño de EE. UU. (2021), el ejercicio moderado reduce los niveles de cortisol, una hormona asociada al estrés, y aumenta la producción de endorfinas que favorecen la relajación. Otro estudio de la Journal of Clinical Sleep Medicine (2013) concluyó que 150 minutos semanales de actividad aeróbica disminuyen el tiempo necesario para conciliar el sueño un promedio de 15 minutos.

El ejercicio fomenta un ritmo circadiano estable al aumentar la temperatura corporal durante el día, lo que favorece su descenso nocturno, un mecanismo fisiológico asociado al inicio del sueño. Sin embargo, la práctica de ejercicio intenso pocas horas antes de dormir podría tener el efecto contrario, ya que este tipo de actividad eleva la frecuencia cardíaca y retrasa la sensación de relajación.

Actividades como el yoga o el tai chi son opciones efectivas para combinar movimiento físico con técnicas de respiración y meditación, promoviendo una relajación que facilita un sueño de calidad.

Limitar el uso de pantallas

La luz azul emitida por dispositivos electrónicos afecta negativamente la secreción de melatonina, hormona responsable de regular el ritmo circadiano. Según la Sociedad Europea del Sueño (2021), la exposición a pantallas dos horas antes de acostarse retrasa el inicio del sueño en un promedio de 30 minutos. Este fenómeno ocurre porque la luz artificial inhibe los receptores de melanopsina en la retina, interfiriendo con las señales que el cerebro envía para iniciar el descanso.

Además, el uso de dispositivos, como móviles u ordenadores, tiende a estimular la mente por el consumo de contenido digital, dificultando la relajación previa al sueño. La recomendación óptima consiste en establecer un periodo de “desconexión digital” al menos una hora antes de ir a la cama. Optar por actividades relajantes como leer un libro físico o escuchar música suave contribuye a la transición hacia un estado de descanso.

Algunas investigaciones, como la publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences (2015), sugieren que el uso de gafas con filtro de luz azul podría mitigar parcialmente los efectos nocivos, pero no eliminan la necesidad de reducir el tiempo frente a pantallas antes de acostarse. Por tanto, un entorno libre de estímulos luminosos y digitales potencia las condiciones para un sueño profundo y reparador.

Beneficios De Mejorar El Sueño Naturalmente

Abordar el sueño desde un enfoque natural tiene múltiples beneficios, tanto inmediatos como a largo plazo. El sueño de calidad permite que el cuerpo y la mente se regeneren sin las posibles dependencias o efectos secundarios asociados a los medicamentos. Según la Facultad de Medicina de Harvard (2019), implementar estrategias naturales para mejorar el descanso contribuye a una mejor regulación biológica y al equilibrio mental.

Mejora de la regulación hormonal

El sueño activado de forma natural optimiza la producción de melatonina, conocida como la hormona del sueño. Esta sustancia, que se secreta principalmente en la glándula pineal durante la noche, regula los ciclos circadianos y promueve un descanso profundo. Estudios publicados en Endocrine Reviews (2018) demuestran que los métodos naturales, como la exposición controlada a la luz solar y la oscuridad completa al dormir, maximizan los niveles de melatonina sin interferencias químicas.

Además, el sueño natural estabiliza la producción de cortisol, principal hormona del estrés. Cuando los ritmos circadianos se respetan, el cuerpo regula mejor los picos de cortisol, favoreciendo la relajación nocturna y reduciendo el riesgo de estrés crónico. El European Journal of Endocrinology (2020) confirma que un sueño profundo sincronizado con los ritmos naturales protege la función hormonal y disminuye alteraciones metabólicas.

Refuerzo del sistema inmunológico

Un descanso sin interrupciones mejora significativamente la actividad inmunológica. Durante la etapa de sueño profundo (lenta o de ondas lentas), el cuerpo produce citocinas inflamatorias esenciales para combatir infecciones y reparar tejidos. Según un metaanálisis de la revista Sleep Medicine Reviews (2021), las personas que duermen entre 7 y 8 horas de manera natural presentan un sistema inmunológico más robusto y una menor incidencia de infecciones virales, como gripes o resfriados.

Dormir bien también incrementa la producción de anticuerpos tras vacunaciones, según el reporte de la OMS (2022) publicado en The Lancet. Esto subraya la relación directa entre un sueño adecuado y una respuesta inmunitaria efectiva.

Reducción de enfermedades neurodegenerativas

El descanso nocturno juega un papel crucial en la prevención de enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson. Según un estudio del Journal of Neuroscience (2020), el sistema glinfático, encargado de eliminar desechos tóxicos del cerebro, actúa eficientemente durante el sueño profundo. Al abordar estos procesos de manera natural, el cerebro evita la acumulación de proteínas perjudiciales como la beta-amiloide, asociada con el Alzheimer.

La neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y crear nuevas conexiones neuronales, también se beneficia notablemente del sueño constante y no medicado. La consolidación de la memoria ocurre de forma más efectiva cuando el proceso de sueño sigue los ciclos naturales, según investigaciones de la Universidad de California (2019).

Regulación del metabolismo

Dormir adecuadamente mejora el balance energético y la función metabólica. Estudios han demostrado que la falta de sueño vendría acompañada de resistencia a la insulina, alterando el metabolismo de los carbohidratos y aumentando el riesgo de diabetes tipo 2. Según un informe del International Journal of Obesity (2021), las estrategias naturales para dormir mejor, como evitar la ingesta de cafeína por la noche y realizar cenas ligeras, reducen la probabilidad de desarrollar disfunciones metabólicas.

Por otro lado, el sueño equilibrado regula las hormonas relacionadas con el apetito: grelina y leptina. Mientras que la grelina estimula la sensación de hambre, la leptina la inhibe. Dormir menos de 6 horas eleva la grelina y disminuye la leptina, lo que puede conducir a comer en exceso. Facilitar el sueño natural impacta directamente en la capacidad de controlar el peso corporal.

Reducción del estrés oxidativo

El estrés oxidativo, causado por un desequilibrio entre radicales libres y antioxidantes, es un factor asociado al envejecimiento prematuro y a diversas enfermedades crónicas. Estudios muestran que el sueño natural restaura los procesos antioxidantes internos, reduciendo el daño celular acumulativo. Según un artículo de Free Radical Biology and Medicine (2020), el sueño reparador potencia la producción de enzimas antioxidantes en órganos vitales, incluidas el hígado y el corazón.

Mejora de la salud cardiovascular

Dormir bien está directamente relacionado con niveles de presión arterial más bajos y una mejor salud cardíaca. Según la American Heart Association (2020), el sueño profundo facilita la regeneración celular del sistema cardiovascular, ayudando a estabilizar las funciones de las arterias y del corazón. El informe destaca que incorporar técnicas para dormir naturalmente, como establecer una rutina fija, reduce el riesgo de eventos cardiovasculares como infartos en más del 20%.

Además, los ritmos circadianos influyen directamente en el ciclo de la presión arterial. Dormir con patrones regulares y sin interrupciones disminuye los niveles de hipertensión y mejora la elasticidad de los vasos sanguíneos.

Aumento del bienestar emocional

El sueño adecuado está estrechamente vinculado con la salud mental. Cuando el cuerpo descansa correctamente, disminuye la hiperactividad en la amígdala, una región cerebral asociada al procesamiento de emociones negativas. Según resultados del Instituto Max Planck (2019), el sueño natural reduce notablemente los síntomas de ansiedad y depresión y promueve un pensamiento más positivo.

Por último, el sueño de calidad mejora la producción de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, contribuyendo a una mayor sensación de bienestar emocional durante el día. Esto evidencia cómo dormir siguiendo pautas naturales tiene un impacto positivo no solo en la salud física sino también en el equilibrio psicológico.

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Marta López

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Tengo 52 años y desde siempre me apasiona la fitoterapia. Me formé en el ámbito de la salud y, desde niña, descubrí el poder de las plantas en casa. Crecí rodeada de naturaleza y de personas que sabían escucharla. Me encanta combinar ciencia y tradición para mejorar el bienestar en el día a día. Aquí comparto lo que he aprendido, entre experiencias personales y consejos prácticos.

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