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Cómo mejorar la digestión lenta: consejos prácticos y efectivos

Marta López by Marta López
in Bienestar Físico
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La digestión lenta, conocida también como dispepsia funcional, es un problema común que afecta a un porcentaje significativo de la población, especialmente en momentos de estrés o tras consumir comidas copiosas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los trastornos digestivos representan una de las consultas más frecuentes en atención primaria, lo que refleja su impacto en la calidad de vida y el bienestar general.

Este fenómeno puede estar relacionado con diversos factores, como una dieta baja en fibra, el sedentarismo o incluso desequilibrios en la microbiota intestinal. Estudios publicados en revistas como The Lancet Gastroenterology & Hepatology destacan la importancia de adoptar hábitos saludables para optimizar el proceso digestivo y prevenir complicaciones a largo plazo.

Abordar la digestión lenta no solo mejora el confort físico, sino que también contribuye a una mejor absorción de nutrientes esenciales, favoreciendo el equilibrio general del organismo.

Qué es la digestión lenta

La digestión lenta, o dispepsia funcional, es un trastorno caracterizado por una demora en el proceso de descomposición y absorción de los alimentos en el sistema digestivo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022), este problema afecta a aproximadamente un 30% de la población mundial y está asociado con molestias abdominales recurrentes, como pesadez, hinchazón o náuseas.

Mecanismos fisiológicos de la digestión lenta

La digestión lenta está vinculada, en muchos casos, con una función reducida de los órganos principales del sistema digestivo, incluyendo el estómago, el intestino delgado y el páncreas. Estudios de la Clínica Mayo (2019) destacan que una alteración en la motilidad gástrica es una de las causas más comunes. Esta disfunción retrasa el vaciado del estómago porque los músculos responsables del traslado del contenido gástrico hacia el intestino no trabajan de manera eficiente.

Además, la insuficiente producción de enzimas pancreáticas y de bilis puede limitar la descomposición química de los alimentos, dificultando la absorción de nutrientes esenciales. La Sociedad Española de Gastroenterología (2021) también subraya que niveles inadecuados de ciertas bacterias beneficiosas en la microbiota intestinal pueden contribuir al problema, generando desequilibrios que fomentan la inflamación y el malestar digestivo.

Factores asociados al problema

Factores dietéticos y de estilo de vida suelen agravar la digestión lenta. Según una revisión publicada en Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology (2020), una dieta baja en fibra y rica en grasas saturadas favorece el tránsito digestivo lento, además de alterar la microbiota intestinal. El sedentarismo reduce la movilidad intestinal, ya que el ejercicio físico estimula las contracciones musculares que facilitan el paso de los alimentos.

Por otro lado, el estrés crónico altera el funcionamiento del sistema nervioso entérico, conocido como el “segundo cerebro”, lo que puede ralentizar la digestión. La relación entre estrés y digestión lenta fue documentada en un estudio del Instituto Karolinska (2021), que concluyó que el cortisol elevado afecta negativamente las contracciones gástricas y la producción de ácido estomacal.

Síntomas comunes

Los síntomas de la digestión lenta pueden variar en intensidad. Entre los más frecuentes se encuentran:

  • Hinchazón abdominal: causada por la acumulación de gases y alimentos no digeridos.
  • Sensación de plenitud: incluso después de consumir porciones pequeñas de comida.
  • Eructos frecuentes: debido al exceso de aire atrapado en el tracto gastrointestinal.
  • Acidez estomacal: relacionada con el reflujo de ácido hacia el esófago.
  • Náuseas: especialmente después de ingerir alimentos pesados o grasos.

La identificación de estos síntomas es fundamental para abordar el problema y mejorar la calidad de vida.

Impacto en la salud general

La digestión lenta tiene implicaciones que van más allá del malestar inmediato. Según la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD), puede causar una absorción insuficiente de nutrientes, lo que desencadena deficiencias vitamínicas y minerales. Esto puede afectar el sistema inmunológico, la piel y el metabolismo energético. Además, un tránsito lento favorece el crecimiento bacteriano excesivo en el intestino delgado (SIBO, por sus siglas en inglés), aumentando el riesgo de inflamación crónica.

Principales Causas De La Digestión Lenta

La digestión lenta puede producirse por una variedad de factores que afectan el funcionamiento normal del sistema digestivo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 30% de las personas experimente dispepsia funcional en algún momento de sus vidas. Identificar las causas subyacentes es esencial para implementar soluciones efectivas.

Alimentación inadecuada

Una dieta pobre en nutrientes esenciales es una de las principales causas de la digestión lenta. El consumo excesivo de grasas saturadas, presentes en alimentos procesados y fritos, ralentiza el vaciamiento gástrico. Según un estudio publicado por Nutrients (2020), estas grasas alteran la motilidad gástrica e intestinal, dificultando el tránsito intestinal.

El déficit de fibra dietética, fundamental para un tránsito intestinal adecuado, también contribuye a la lentitud digestiva. La OMS recomienda un consumo diario de entre 25 y 30 gramos de fibra, algo que no se cumple en dietas basadas en alimentos ultra procesados. La fibra insoluble, presente en cereales integrales y vegetales, incrementa el volumen y facilita la evacuación, mientras que la fibra soluble, como la de avena y manzanas, promueve un ambiente favorable para la microbiota intestinal.

El exceso de azúcares refinados, integrados en productos como dulces y bebidas azucaradas, favorece el crecimiento de bacterias no beneficiosas en el intestino, lo que puede generar episodios de hinchazón y disbiosis. Además, la ingesta insuficiente de líquidos, especialmente agua, exacerba los problemas de tránsito, dificultando la formación de heces y aumentando el riesgo de estreñimiento.

Estrés y hábitos negativos

El estrés crónico, según investigaciones de la Clínica Mayo (2018), es uno de los factores psicosociales más influyentes en la motilidad gastrointestinal. El sistema nervioso entérico, una de las divisiones del sistema nervioso autónomo, regula numerosos procesos digestivos. Sin embargo, la sobreactivación del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal durante el estrés aumenta la secreción de cortisol, lo que puede ralentizar el vaciamiento gástrico o incluso promover episodios de síndrome del intestino irritable (SII).

Los hábitos sedentarios tienen un impacto directo en la motilidad intestinal. Estudios realizados por la Facultad de Medicina de Harvard (2019) evidencian que la actividad física regular, particularmente actividades como caminar o practicar yoga, mejora significativamente la eficiencia del sistema digestivo al estimular el flujo sanguíneo hacia los órganos abdominales.

El consumo de tabaco y alcohol impacta negativamente en la secreción de jugos gástricos y bilis. El tabaco contiene nicotina, que interfiere en la función del esfínter esofágico inferior, facilitando el reflujo ácido. El alcohol, por su parte, irrita las paredes gástricas y altera la producción de enzimas digestivas en el páncreas, esencial para la degradación de macronutrientes.

El mal dormir también modifica los ritmos circadianos, afectando no solo el ciclo digestivo sino también el equilibrio hormonal que regula la sensación de hambre y saciedad. Esto puede inducir episodios de digestión lenta y malas decisiones alimenticias, reforzando este círculo vicioso.

Consejos Prácticos Para Mejorar La Digestión Lenta

Adoptar hábitos basados en evidencia científica puede optimizar el proceso digestivo y prevenir complicaciones asociadas con la digestión lenta. Los enfoques integran cambios dietéticos, actividad física y una hidratación adecuada.

Cambios en la alimentación

Una dieta equilibrada y rica en nutrientes esenciales mejora significativamente el funcionamiento del sistema digestivo. Los alimentos ricos en fibra dietética, como frutas frescas (manzanas, peras), verduras de hoja verde (espinacas, acelgas) y cereales integrales (avena, arroz integral), aumentan la motilidad intestinal y previenen el estreñimiento. Según un informe de la Fundación Española de Nutrición (FEN), el consumo medio recomendado de fibra es de 25-30 g diarios, una cifra que muchas personas no alcanzan debido al consumo excesivo de alimentos ultraprocesados.

Incluir grasas saludables también resulta clave. Ácidos grasos como los omega-3 (presentes en pescados grasos como el salmón y las nueces) se asocian con una menor inflamación del tracto gastrointestinal, según investigaciones publicadas en el Journal of Gastroenterology and Hepatology (2020). Además, reducir la ingesta de grasas saturadas —común en carnes procesadas y productos fritos— favorece la función gástrica, pues estas ralentizan la motilidad gástrica.

Optar por fuentes de proteína magra, como pollo, pavo, legumbres y tofu, facilita la digestión en comparación con carnes rojas, que requieren mayor tiempo de descomposición. También se recomienda limitar el consumo de azúcares refinados y edulcorantes artificiales, ya que estos alteran la microbiota intestinal, según reporta un estudio publicado en Nature Reviews Gastroenterology & Hepatology (2021).

El fraccionamiento de las comidas en porciones más pequeñas, distribuidas en 5-6 tomas al día, reduce la carga digestiva y evita la sensación de plenitud excesiva tras grandes ingestas. Consumir los alimentos lentamente y masticar bien estimula la liberación de enzimas digestivas y mejora la absorción de nutrientes esenciales.

Incorporación de actividad física

La actividad física regular optimiza la motilidad gastrointestinal al estimular la contracción de los músculos del tracto intestinal. Según un estudio publicado en Alimentary Pharmacology & Therapeutics (2017), practicar ejercicio aeróbico de intensidad moderada, como caminar durante 30 minutos al día, disminuye el tiempo de tránsito colónico y alivia los síntomas de la digestión lenta.

El yoga y los ejercicios de estiramiento pueden contribuir al alivio de los trastornos digestivos. El yoga terapéutico, por ejemplo, ha mostrado efectos positivos al reducir el estrés y mejorar la circulación en las vísceras abdominales. Posturas como la torsión lumbar (Ardha Matsyendrasana) aplican presión controlada en los órganos digestivos, acorde a la Asociación Internacional de Yoga Terapéutico.

Es importante evitar largos periodos de inactividad. Permanecer sentado durante más de 4 horas consecutivas ralentiza el tránsito intestinal y fomenta la acumulación de gases, según un análisis realizado por el British Medical Journal Open (2021). Incorporar pausas activas y movimientos regulares durante el día puede contrarrestar estos efectos.

Importancia de la hidratación

La hidratación adecuada favorece todas las fases del proceso digestivo. El agua es esencial para la formación del bolo alimenticio y para mantener la consistencia de las heces, evitando así el estreñimiento. Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), la ingesta diaria recomendada de agua se sitúa en 2 litros para mujeres y 2,5 litros para hombres, ajustándose a condiciones climáticas y niveles de actividad.

El consumo de líquidos como infusiones de hierbas (menta, jengibre) promueve la secreción de jugos gástricos y alivia la hinchazón abdominal. Sin embargo, es recomendable limitar el consumo de bebidas gaseosas y alcohólicas, ya que incrementan la acidez estomacal y agravan los síntomas de la digestión lenta, de acuerdo con una revisión en World Journal of Gastroenterology (2018).

Beber agua en pequeñas cantidades a lo largo del día —en lugar de grandes volúmenes de una sola vez— facilita la absorción en el intestino delgado y optimiza la función general del aparato digestivo. Es preferible evitar el consumo excesivo de café o té negro, ya que elevan los niveles de cortisol y afectan la motilidad gástrica en personas sensibles.


Esta estrategia integral combina la alimentación saludable, el movimiento físico y la ingesta correcta de líquidos para garantizar un alivio efectivo y sostenible de la digestión lenta. Diversos estudios demuestran que estos cambios fortalecen la función digestiva y benefician la salud global.

Remedios Naturales Para La Digestión Lenta

La adopción de remedios naturales puede mejorar significativamente los síntomas asociados con la digestión lenta. Incorporar infusiones específicas y alimentos beneficiosos puede optimizar la función del sistema digestivo y fomentar hábitos saludables respaldados por la evidencia científica.

Infusiones y té

Las infusiones y tés poseen propiedades que pueden favorecer la digestión al estimular la motilidad intestinal y reducir el malestar gástrico. Estas bebidas han sido utilizadas tradicionalmente y corroboradas por investigaciones modernas.

  1. Infusión de jengibre: El jengibre contiene compuestos bioactivos, como los gingeroles, que estimulan la secreción de enzimas digestivas. Un estudio publicado en World Journal of Gastroenterology (2020) destaca que el consumo de té de jengibre favorece el vaciamiento gástrico, aliviando síntomas como la hinchazón y las náuseas.
  2. Té de manzanilla: Según un artículo de Phytotherapy Research (2018), la manzanilla tiene propiedades relajantes y antiinflamatorias que calman la mucosa gástrica y facilitan la digestión. Además, actúa reduciendo el estrés, un factor desencadenante de la dispepsia funcional.
  3. Té verde: Rico en antioxidantes y catequinas, el té verde promueve una mejor digestión al mejorar la actividad de la flora intestinal. Un análisis en Journal of Nutritional Biochemistry (2021) sugiere que su consumo regular puede equilibrar la microbiota, un componente crucial en el procesamiento de los alimentos.
  4. Infusión de hinojo: El hinojo contiene anetol y cineol, que relajan los músculos digestivos, reduciendo las sensaciones de plenitud y gases. La European Medicines Agency (EMA) lo reconoce como efectivo para combatir desórdenes digestivos leves.
  5. Té de menta: Según investigaciones publicadas en Digestive Diseases and Sciences (2019), el aceite de menta, presente en esta infusión, tiene un efecto antiespasmódico en los músculos del tracto gastrointestinal, favoreciendo el alivio de calambres y facilitando el tránsito intestinal.

Alimentos beneficiosos

El consumo regular de ciertos alimentos con propiedades específicas puede mejorar el proceso digestivo, reduciendo la inflamación y fortaleciendo la salud intestinal. Un enfoque en alimentos ricos en fibra y compuestos bioactivos ayuda a optimizar la digestión.

  1. Alimentos ricos en fibra: Las fibras solubles, presentes en frutas como el kiwi y la manzana, forman un gel que ralentiza la digestión, mejorando la absorción de nutrientes. A su vez, las fibras insolubles, encontradas en cereales integrales y hortalizas como el brócoli, aumentan el volumen fecal y aceleran el tránsito intestinal, factor clave para prevenir el estreñimiento, según la American Journal of Clinical Nutrition (2020).
  2. Yogur y alimentos fermentados: Los probióticos, microorganismos vivos presentes en el yogur, kéfir, chucrut y miso, restauran el equilibrio de la microbiota intestinal, regulando la inflamación y mejorando la funcionalidad intestinal. La Organización Mundial de Gastroenterología (WGO, 2019) afirma que el consumo de alimentos probióticos puede reducir el malestar digestivo en estados de disbiosis.
  3. Papaya y piña: Estas frutas contienen enzimas digestivas naturales como la papaína y la bromelaina, respectivamente. Estas enzimas descomponen proteínas y facilitan su absorción. Un estudio en Nutrition and Health (2022) destaca que el consumo de papaya puede reducir significativamente síntomas como la hinchazón y el dolor abdominal.
  4. Legumbres correctamente preparadas: Las lentejas, garbanzos y alubias, cuando se remojan adecuadamente, representan una excelente fuente de fibra y proteínas. El remojo neutraliza antinutrientes como los fitatos, mejorando su digestibilidad y evitando molestias, según Advances in Nutrition (2021).
  5. Aceite de oliva virgen extra: Este aceite, rico en ácidos grasos monoinsaturados y polifenoles, estimula la secreción de bilis, una sustancia crucial para la emulsificación de grasas. Investigaciones en Frontiers in Nutrition (2020) destacan su papel en la mejora del tránsito intestinal y la protección de la mucosa gástrica.
  6. Semillas de chía y lino: Estas semillas son ricas en fibra y mucílagos, compuestos que forman una sustancia gelatinosa en el tracto digestivo, facilitando el paso de los alimentos y reduciendo el tiempo de tránsito intestinal.

La combinación de infusiones con propiedades digestivas y alimentos beneficiosos brinda un enfoque integral para mejorar la digestión lenta. La selección y consumo regular de estos elementos promueve un sistema digestivo más eficiente y reduce el riesgo de complicaciones adicionales.

Cuándo Consultar A Un Profesional

La digestión lenta puede ser un problema temporal en muchos casos, pero en situaciones específicas se recomienda buscar atención médica para descartar posibles complicaciones subyacentes. Según la American Gastroenterological Association (AGA, 2020), ciertos síntomas recurrentes o severos pueden indicar trastornos digestivos más graves.

Síntomas de alerta

  1. Dolor abdominal persistente: El dolor constante o intenso, especialmente con duración superior a 48 horas, puede asociarse con problemas como úlceras gástricas o cálculos biliares.
  2. Pérdida de peso inexplicada: La pérdida de peso sin cambios en la dieta o actividad física podría sugerir malabsorción o enfermedades como el cáncer digestivo.
  3. Sangrado gastrointestinal: La presencia de sangre en vómitos, heces negras (melena) o visibles con color rojo intenso apunta a posibles úlceras, diverticulitis o lesiones mayores.
  4. Náuseas y vómitos recurrentes: Cuando estas molestias no disminuyen, pueden denotar obstrucciones intestinales o enfermedades crónicas como la gastroparesia.
  5. Alteraciones prolongadas en el hábito intestinal: La diarrea crónica, el estreñimiento severo o cambios significativos en el patrón digestivo son motivo de evaluación médica.

Posibles diagnósticos

La digestión lenta puede estar vinculada a condiciones como:

  • Gastroparesia: Trastorno donde el vaciamiento gástrico es muy lento debido a alteraciones nerviosas, como en la neuropatía diabética.
  • Síndrome de intestino irritable (SII): Asociado a dolor abdominal y cambios en la motilidad que alternan entre diarrea y estreñimiento.
  • Intolerancias alimentarias: Como la intolerancia a la lactosa o el gluten, que causan hinchazón, flatulencias y molestias digestivas.
  • Enfermedades inflamatorias intestinales: Ejemplo: colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn, caracterizadas por inflamación crónica y daño intestinal progresivo.

Pruebas recomendadas

Cuando los síntomas persistentes o graves llevan a la consulta, se realizan exámenes específicos para determinar la causa. Según la Clínica Mayo, los procedimientos diagnósticos más comunes incluyen:

  • Endoscopia digestiva alta: Permite visualizar el esófago, estómago y duodeno para detectar lesiones, inflamación o anomalías estructurales.
  • Pruebas de función gástrica: Como el test de vaciamiento gástrico con isótopos radiactivos, que mide el tiempo que tardan los alimentos en salir del estómago.
  • Colonoscopia: Explora el colon y el recto para identificar pólipos, inflamación o lesiones malignas.
  • Ecografía abdominal: Útil para identificar cálculos biliares, lesiones hepáticas o tumoraciones abdominales.
  • Análisis de sangre y heces: Evalúan marcadores inflamatorios, deficiencias nutricionales y posibles infecciones.

Tratamientos médicos disponibles

Si se detectan trastornos relevantes, los tratamientos pueden incluir:

  • Medicamentos procinéticos: Mejora la motilidad gástrica. Fármacos como metoclopramida o domperidona se utilizan para la gastroparesia.
  • Enzimas digestivas: Suplementos enzimáticos para casos de insuficiencia pancreática.
  • Terapias antiinflamatorias: Como mesalazina o corticoides en casos de enfermedades inflamatorias intestinales.
  • Cambios dietéticos supervisados: Diseñados por gastroenterólogos o nutricionistas para intolerancias específicas.

La identificación temprana y el tratamiento adecuado son esenciales para evitar complicaciones crónicas asociadas con la digestión lenta. Según la OMS (2022), hasta un 20-25% de los casos pueden complicarse cuando no son tratados a tiempo. El seguimiento médico es crítico para proteger la salud gastrointestinal y prevenir trastornos mayores.

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Marta López

Marta López

Tengo 52 años y desde siempre me apasiona la fitoterapia. Me formé en el ámbito de la salud y, desde niña, descubrí el poder de las plantas en casa. Crecí rodeada de naturaleza y de personas que sabían escucharla. Me encanta combinar ciencia y tradición para mejorar el bienestar en el día a día. Aquí comparto lo que he aprendido, entre experiencias personales y consejos prácticos.

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