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Cómo mantener la flexibilidad con el paso del tiempo: consejos clave

Marta López by Marta López
in Bienestar Físico
Cómo mantener la flexibilidad con el paso del tiempo: consejos clave
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Mantener una buena flexibilidad es esencial para preservar la movilidad, prevenir lesiones y mejorar la calidad de vida, especialmente con el paso de los años. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la actividad física regular, que incluye ejercicios de estiramiento y fortalecimiento, puede reducir el riesgo de caídas en personas mayores hasta en un 30%. Sin embargo, con el envejecimiento, es común experimentar una disminución en la elasticidad muscular y articular, lo que puede limitar movimientos cotidianos y afectar la independencia.

Diversos estudios publicados en The Lancet destacan que incorporar hábitos como el stretching dinámico y prácticas como el yoga o el pilates puede ralentizar el deterioro de la flexibilidad. Además, factores como el sedentarismo y la falta de hidratación pueden acelerar esta pérdida, subrayando la importancia de adoptar estrategias efectivas para mantener la movilidad a lo largo de la vida.

Importancia de la flexibilidad a lo largo de la vida

La flexibilidad desempeña un papel clave en la salud y funcionalidad del cuerpo humano. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022), mantener una buena flexibilidad puede reducir significativamente el riesgo de lesiones musculares y articulares, especialmente en edades avanzadas. La capacidad de los tejidos musculares y conectivos para elongarse y volver a su posición inicial garantiza una movilidad eficiente y estable al realizar actividades cotidianas.

Relación entre flexibilidad y salud articular

El envejecimiento provoca cambios fisiológicos en las articulaciones, como la disminución de la elasticidad en los tendones y ligamentos debido a la pérdida progresiva de colágeno y elastina. Un estudio publicado en Journal of Aging and Physical Activity (2018) reveló que personas con rutinas semanales de estiramientos notaron una mejora del 15% en su amplitud articular en comparación con aquellos inactivos. Ejercicios como el yoga o el tai chi resultan especialmente efectivos en mantener la capacidad articular, al estimular tanto el rango de movimiento como la lubricación de las articulaciones mediante la producción de líquido sinovial.

Prevención de lesiones y caídas

La flexibilidad permite adaptarse mejor a movimientos repentinos y reduce la probabilidad de lesiones. La OMS indica que aproximadamente el 30% de las lesiones musculoesqueléticas en población adulta ocurren por limitaciones mecánicas asociadas a músculos rígidos. Además, en adultos mayores, la rigidez muscular incrementa el riesgo de caídas, que representan el 60% de las lesiones no intencionales en individuos mayores de 65 años según datos recogidos en The Lancet Public Health (2021). Una rutina combinada de estiramientos dinámicos y ejercicios de equilibrio puede aminorar notablemente estos riesgos.

Cambios fisiológicos con la edad y su impacto en la flexibilidad

Con el paso del tiempo, el cuerpo experimenta una reducción en la densidad muscular, un fenómeno conocido como sarcopenia. Esto se acompaña de una pérdida de agua en los tejidos conjuntivos, como los tendones, que los hace más rígidos y propensos a lesiones. Según American Journal of Physiology (2020), después de los 40 años, los niveles de agua en los tejidos conectivos pueden disminuir hasta un 20%, afectando la elasticidad general. Este proceso, sin una actividad física compensatoria, puede limitar las capacidades físicas y la independencia funcional.

Flexibilidad en niños y jóvenes

En las etapas iniciales de la vida, la flexibilidad es naturalmente más alta debido al alto contenido de fibroblastos en los tejidos conectivos y al rápido metabolismo de colágeno. No obstante, la OMS advierte que incluso en edades tempranas el sedentarismo prolongado, como estar sentado más de 8 horas diarias, reduce de manera gradual el rango de movimiento articular. Por ello, promover actividades físicas regulares como la gimnasia, el ballet o los deportes que implican elasticidad puede preservar la flexibilidad a lo largo de la niñez y adolescencia.

Impacto del sedentarismo

La vida sedentaria, que afecta al 27,5% de la población mundial según la OMS (2020), es un factor clave en la pérdida de flexibilidad. Estar largos periodos en posiciones estáticas genera acortamiento muscular crónico, especialmente en los flexores de la cadera y músculos isquiotibiales. Este acortamiento puede producir problemas posturales y baja movilidad funcional. Los ejercicios de estiramiento específicos al final de cada jornada laboral pueden revertir parcialmente estos efectos, según un ensayo publicado en Scandinavian Journal of Medicine & Science in Sports (2017).

Hidratación y su relación con la elasticidad

La hidratación celular adecuada es esencial para mantener tejidos conectivos saludables. Los fibroblastos, células responsables de la producción de colágeno, dependen del equilibrio hídrico para producir fibras elásticas funcionales. Investigaciones del International Journal of Sport Nutrition (2019) mostraron que individuos que consumen al menos 2,5 litros de agua diarios experimentaron una mejora superior al 10% en pruebas de flexión y movilidad en comparación con aquellos deshidratados.

Beneficios psicológicos de una buena flexibilidad

Estudios recientes destacan la conexión entre la flexibilidad física y el bienestar mental. Ejercicios como el yoga, que integran estiramientos profundos con técnicas de respiración consciente, contribuyen a reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Un informe de Frontiers in Psychology (2021) demostró que personas que practican yoga dos veces por semana reportaron niveles de estrés un 25% más bajos que aquellos sin dicha práctica, confirmando el impacto positivo de esta actividad.

Recomendaciones según la investigación actual

Para mantener la flexibilidad con el tiempo, múltiples fuentes científicas coinciden en varias estrategias:

  1. Realizar ejercicios de estiramiento dinámico y estático de forma regular. Ejemplo: estiramientos activos antes de actividades deportivas.
  2. Incorporar disciplinas como pilates o yoga, que combinan trabajo muscular con amplitud articular.
  3. Garantizar una ingesta hídrica diaria adecuada, evitando la deshidratación.
  4. Mantener una postura activa en entornos laborales prolongados, alternando posiciones y realizando pausas activas cada 2 horas.
  5. Evitar el sedentarismo prolongado en todas las etapas de la vida.

La evidencia sugiere que estas medidas pueden contrarrestar de forma eficaz tanto el envejecimiento natural como los efectos del estilo de vida actual.

Factores Que Afectan La Flexibilidad

El mantenimiento de la flexibilidad está influido por una variedad de elementos que interactúan entre sí. Tanto los cambios fisiológicos que ocurren con la edad como el estilo de vida y los niveles de actividad física desempeñan un papel clave en la capacidad de los tejidos musculares y articulares para conservar su elasticidad y rango de movimiento.

Cambios físicos relacionados con la edad

El envejecimiento conlleva transformaciones progresivas que afectan la elasticidad muscular y la funcionalidad de las articulaciones. Según un estudio de la American College of Sports Medicine (ACSM, 2018), a partir de los 30-40 años se observa una disminución gradual de la elasticidad de los tendones y de la producción de colágeno, que afecta la capacidad del tejido conectivo para recuperar su forma después de estirarse. Esto impacta directamente en el rango de movimiento de las articulaciones.

Además, la pérdida de masa muscular (sarcopenia), que puede alcanzar hasta un 30% a los 70 años si no se contrarresta con actividad física, contribuye a la rigidez y al acortamiento muscular. Los discos intervertebrales, fundamentales para la flexibilidad de la columna, también pierden líquido y altura con la edad, lo que reduce la capacidad de movimiento del tronco.

El sistema nervioso sufre alteraciones en los receptores propioceptivos, como los husos musculares y los órganos tendinosos de Golgi, esenciales para detectar la posición y el estiramiento muscular. Esto hace que las respuestas motoras sean menos precisas con el tiempo, aumentando la rigidez.

Estilo de vida y actividad física

La inactividad física es uno de los factores que más deteriora la flexibilidad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2020), el sedentarismo afecta al 27,5% de la población adulta a nivel global y provoca acortamientos musculares crónicos debido a posiciones mantenidas, como estar sentado durante largos períodos. Esto impacta especialmente en los músculos isquiotibiales y flexores de cadera, reduciendo la movilidad general.

La actividad física regular, que incluya ejercicios de estiramiento dinámico y estático, puede prevenir estos efectos negativos. Un estudio publicado en Journal of Aging and Physical Activity (2021) mostró que programas de estiramiento tres veces por semana aumentaron la flexibilidad en hasta un 20% en adultos mayores de 60 años, mejorando su capacidad para realizar actividades diarias.

La hidratación también desempeña un papel crucial. Los tejidos conectivos, incluidos los tendones, ligamentos y fascias, requieren un nivel adecuado de agua para mantener sus propiedades elásticas. Incluso una deshidratación leve del 1-2% puede endurecer estas estructuras, dificultando el rango de movimiento.

El impacto del estrés diario es otro aspecto relevante. Según investigaciones publicadas en Frontiers in Psychology (2022), el estrés crónico incrementa la tensión muscular como respuesta adaptativa del sistema nervioso simpático. Esto puede reducir la amplitud de movimiento en áreas como el cuello, los hombros y la espalda. Prácticas como yoga y pilates han demostrado ser efectivas para aliviar esta tensión, ya que combinan estiramientos con técnicas de relajación.

Mantener un estilo de vida activo y adoptar estrategias como rutinas de estiramiento, actividades de bajo impacto (natación o caminar) y una buena hidratación puede ralentizar las disminuciones asociadas a la edad y el sedentarismo, promoviendo una flexibilidad óptima. La combinación de ejercicio físico con hábitos saludables es clave para conservar la movilidad durante todas las etapas de la vida.

Estrategias Para Mantener La Flexibilidad

Mantener la flexibilidad a lo largo de la vida es esencial para preservar la movilidad articular, prevenir lesiones y mejorar la calidad de vida. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), prácticas regulares de estiramientos y actividades físicas dinámicas tienen un impacto positivo en la salud musculoesquelética, especialmente en adultos mayores. A continuación, se presentan estrategias clave basadas en investigaciones científicas para conservar y mejorar la flexibilidad.

Ejercicios de estiramiento regular

La práctica habitual de estiramientos musculares mejora la elasticidad de los tejidos conectivos y amplia el rango de movimiento articular. Un estudio publicado en el Journal of Strength and Conditioning Research (2020) demostró que un protocolo diario de estiramientos estáticos de 10 a 15 minutos incrementa significativamente la flexibilidad en adultos de 35 a 65 años. Los estiramientos estáticos consisten en mantener una posición fija durante 15 a 30 segundos, elongando los músculos sin movimientos abruptos.

Los estiramientos dinámicos, que implican una serie de movimientos controlados a lo largo de todo el rango articular, son igualmente efectivos, especialmente antes de realizar actividades deportivas. Según el Colegio Americano de Medicina del Deporte (ACSM, por sus siglas en inglés), los estiramientos dinámicos no solo mejoran la flexibilidad, también previenen el riesgo de lesiones al preparar los músculos y tendones para movimientos intensos.

Repetir de tres a cinco estiramientos por grupo muscular principal (ejemplo: isquiotibiales, cuadríceps, gemelos) al menos cinco días a la semana optimiza los resultados. Además, se sugiere ajustar la intensidad del estiramiento según la edad y el nivel de condición física, evitando molestias o dolor.

Incorporación de yoga o pilates

El yoga y el pilates son disciplinas probadas que mejoran la flexibilidad al promover el fortalecimiento muscular y una mayor conciencia corporal. Según una revisión sistemática publicada en BMC Complementary Medicine and Therapies (2021), la práctica regular de yoga incrementó el rango de movimiento en participantes en un promedio del 23% tras 12 semanas, especialmente en regiones como la columna vertebral, las caderas y los hombros.

Las posturas de yoga (asanas) como la “pinza” (Paschimottanasana) o el “perro boca abajo” (Adho Mukha Svanasana) combinan estiramientos profundos con control respiratorio, promoviendo tanto la relajación como la elasticidad muscular. Por otro lado, el pilates se centra en fortalecer el core y estabilizar las articulaciones, ayudando a prevenir contracturas musculares y a mantener una postura adecuada.

Ambas prácticas tienen beneficios adicionales, como la reducción de los niveles de cortisol, una hormona relacionada con el estrés, lo que disminuye la tensión muscular crónica, según datos del National Center for Complementary and Integrative Health (2019). Dedicar al menos 30 minutos, tres veces por semana, a estas disciplinas aporta resultados notables en la flexibilidad global.

Mantenerse activo diariamente

La actividad física diaria es crucial para prevenir la rigidez muscular y articular causada por inactividad prolongada. Según investigaciones de la Facultad de Medicina de Harvard (2020), las personas que realizan ejercicios cardiovasculares de bajo impacto (como caminar, nadar o andar en bicicleta) presentan menor reducción en la elasticidad articular relacionada con la edad en comparación con aquellas sedentarias.

Movimientos simples, como subir escaleras, caminar durante pausas laborales o realizar ejercicios de movilidad articular al comenzar y terminar el día, optimizan la circulación sanguínea hacia los tejidos, según un artículo del British Journal of Sports Medicine (2021). Esto fomenta la regeneración celular y la lubricación de las superficies articulares mediante la difusión del líquido sinovial.

Además, actividades como bailar o practicar deportes recreativos no solo fortalecen los músculos, también aumentan el rango articular por el uso repetido de movimientos amplios. Se recomienda mantener un mínimo de 150 a 300 minutos semanales de actividad física moderada, acorde con las directrices de la OMS, para garantizar beneficios acumulativos en la flexibilidad.

Beneficios De Una Buena Flexibilidad

Mantener una buena flexibilidad con el tiempo contribuye directamente a la salud física y mental. Su impacto positivo se refleja en la capacidad de movimiento, la prevención de lesiones y la mejora general del bienestar.

Mejora en la movilidad y prevención de lesiones

La flexibilidad adecuada optimiza la amplitud de movimiento articular, lo que facilita actividades diarias como caminar, agacharse o girar el torso. Según un informe de la American College of Sports Medicine (ACSM, 2021), una rutina de estiramientos regulares aumenta la elasticidad de los músculos y tejidos conectivos, mejorando la función biomecánica y reduciendo el desgaste articular.

La falta de flexibilidad incrementa el riesgo de lesiones musculares y articulares debido a la tensión acumulada en los tejidos. Un estudio publicado en el Journal of Orthopaedic & Sports Physical Therapy (2018) concluyó que los estiramientos regulares disminuyen en un 30% la incidencia de lesiones en atletas, y en adultos mayores, reducen el riesgo de caídas y fracturas en al menos un 20%.

La rigidez muscular restringe los patrones de movimiento natural, lo que podría alterar la postura corporal y sobrecargar las articulaciones. Las prácticas como el yoga y pilates no solo mejoran la flexibilidad, sino que también contribuyen al fortalecimiento del core, un componente esencial para la estabilidad y el equilibrio.

Impacto en la salud general y el bienestar

La flexibilidad está directamente asociada con una mejor calidad de vida y una sensación general de bienestar. Según un artículo en la revista Frontiers in Physiology (2020), las personas con niveles óptimos de flexibilidad tienden a experimentar menos tensión muscular, dolores crónicos y molestias en la columna vertebral.

Fisiológicamente, los estiramientos pueden estimular la producción de líquido sinovial, que lubrica las articulaciones, mejora su movilidad y previene el desgaste. Además, la reducción del tono muscular excesivo disminuye el riesgo de compresión nerviosa, especialmente en áreas como la columna lumbar y el cuello.

Desde una perspectiva psicológica, las actividades que promueven la flexibilidad, como los ejercicios de respiración combinados con estiramientos, son efectivas para reducir el estrés crónico y favorecer la relajación. Según la OMS (2022), la práctica constante de yoga puede disminuir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, en hasta un 25%. Esto no solo influye en el estado emocional, sino que también mejora funciones inmunológicas y metabólicas.

Por último, la flexibilidad funcional contribuye al envejecimiento saludable al mantener la independencia física y evitar la discapacidad. Un informe del International Journal of Environmental Research and Public Health (2021) subrayó que los adultos mayores activos y con buen rango de movimiento tienen un 40% menos de probabilidades de desarrollar limitaciones funcionales, en comparación con aquellos sedentarios.

Errores Comunes Al Mejorar La Flexibilidad

No calentar antes de estirar

Realizar estiramientos en músculos fríos puede aumentar el riesgo de lesiones. Según la American College of Sports Medicine (ACSM), el calentamiento previo mejora el flujo sanguíneo hacia los músculos, facilitando el aumento de la temperatura y la elasticidad muscular. Este proceso prepara el cuerpo para realizar estiramientos de forma efectiva y segura.

Realizar estiramientos estáticos prolongados antes del ejercicio

Mantener posiciones estáticas durante más de 60 segundos puede reducir el rendimiento muscular. Investigaciones publicadas en The Journal of Strength and Conditioning Research (2013) destacan que estos estiramientos disminuyen la fuerza y potencia temporales en actividades físicas posteriores, como correr o levantar peso. Los estiramientos dinámicos, en contraste, son más adecuados para la preparación previa al ejercicio.

No incluir estiramientos dinámicos

Enfocarse solo en estiramientos estáticos limita los beneficios para la flexibilidad funcional. Un estudio del European Journal of Applied Physiology (2010) demostró que los estiramientos dinámicos incrementan el rango de movimiento y mejoran el rendimiento deportivo. Actividades como balanceos controlados de las piernas o rotaciones de torso son ejemplos efectivos.

Estirarse sin respetar la técnica adecuada

Realizar los movimientos incorrectamente puede generar compensaciones en otras áreas del cuerpo, aumentando el riesgo de tensión o lesiones articulares. La British Journal of Sports Medicine (2017) cita que la alineación postural precisa y el control en cada ejercicio son esenciales para maximizar los beneficios del estiramiento.

Ignorar la progresión gradual

Exigir demasiado a músculos y articulaciones puede causar microrroturas en las fibras musculares, según el American Journal of Sports Medicine (2021). Integrar progresiones suaves y respetar las limitaciones actuales del cuerpo permite adaptaciones seguras a largo plazo.

Estirarse de manera inconsistente

La falta de regularidad es otro error habitual. Estudios del Journal of Human Kinetics (2018) confirman que realizar estiramientos de 3 a 5 veces por semana aumenta significativamente la flexibilidad y la elasticidad de tejidos conectivos comparado con hacerlo esporádicamente.

Sobrecargar grupos musculares específicos

Focalizarse solo en zonas problemáticas descuida el equilibrio corporal. La falta de flexibilidad en áreas opuestas puede causar desequilibrios funcionales, como problemas en la columna lumbar o rigidez en los flexores de cadera. Según la Asociación Americana de Terapias Físicas (2020), una rutina equilibrada debe incluir estiramientos para todos los grupos musculares principales.

Descuidar la hidratación adecuada

La flexibilidad muscular y articular depende de niveles óptimos de hidratación. Según un informe de la National Academy of Medicine (2019), la deshidratación reduce la viscosidad del líquido sinovial y disminuye la elasticidad de los tejidos conectivos. Beber suficiente agua antes y después de actividades físicas favorece el rendimiento general.

Olvidar la importancia de la respiración

La respiración superficial o acelerada puede dificultar la relajación muscular y limitar el rango de movimiento. Estudios como el publicado en el International Journal of Yoga Therapy (2020) señalan que técnicas de respiración profunda regulan el sistema nervioso parasimpático, permitiendo mayor relajación y eficacia durante los ejercicios de estiramiento.

No considerar el estrés como un factor limitante

El estrés crónico puede causar tensión muscular involuntaria, reduciendo la flexibilidad de ciertas zonas. Un análisis del Journal of Psychosomatic Medicine (2016) explica cómo el aumento prolongado de cortisol en el cuerpo contribuye a rigidez en músculos como los trapecios o el cuello. Incorporar prácticas de relajación, como el yoga, puede ayudar a mitigar estos efectos.

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Tengo 52 años y desde siempre me apasiona la fitoterapia. Me formé en el ámbito de la salud y, desde niña, descubrí el poder de las plantas en casa. Crecí rodeada de naturaleza y de personas que sabían escucharla. Me encanta combinar ciencia y tradición para mejorar el bienestar en el día a día. Aquí comparto lo que he aprendido, entre experiencias personales y consejos prácticos.

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